Tras habernos adentrado en el contenido y reflexión sobre las llamadas promesas del Escapulario, llega la hora de la verdad: ¿dónde están los valientes dispuestos a recibirlo?
El Escapulario es un símbolo de la protección de la Madre de Dios a sus devotos y un signo de su consagración a María. Protege, acompaña y viste en vida; auxilia en la muerte.
El que recibe el Escapulario es admitido en la familia de de la Madre de Dios y de la Orden Carmelitana. Por ello participa de gracias e indulgencias que loa Iglesia ha ido concediendo a la Orden del Carmen a lo largo de la historia. Se beneficia además de la especial comunión espiritual de todo el Carmelo.
Quien entra en esta comunión con la familia consagrada al obsequio de Jesucristo y, en Él, al amor, a la veneración y al culto a María, queda señalado con un peculiar carácter mariano de espíritu de oración y contemplación, de servicio y fraternidad de los diversos modos de apostolado y asume el compromiso de conocerles, amarles, imitarles e irradiarles.
Aquí, al alcance -para animar a quien lo desee-, una simple edición de un pequeño ritual de la bendición e imposición del Escapulario.