Un año más, ¡Navidad!
El misterio es el mismo,
pero nosotros no somos los mismos,
y por eso volver a celebrarlo
trae siempre algo nuevo.
El misterio del Señor es inagotable.
A veces nos creemos de vuelta…
…Hasta que la providencia nos sale al paso
y nos damos cuenta que, en realidad,
a penas nos habíamos puesto en marcha.
¡Abismo de paciente filantropía divina!
Otras veces uno desea adentrarse en el misterio,
y es el misterio el se adentra en la vida de uno y le transforma.
Descubre que si era poco, en realidad es menos de lo que creía,
poco menos que una vasija de barro,
y si no fuera por la presencia de Dios en un pesebre,
poco menos que un címbalo que retiñe,
o que un viejo tambor.
Redescubrir cada día,
cada año,
cada Navidad,
el Amor de Dios,
o mejor a Dios que es Amor,
que se ha hecho por nosotros indigente de nuestro cuidado,
para hacerse en nosotros don en torrente.
Algo de esto canta el villancico de “El tamborilero”. Las controversias que se leen en la red respecto a su origen son sorprendentes. Sin poder concluir nada al respecto, parece que la composición original sería checa, por su puesto de mucho antes de que Rapahael lo hiciera popular en España.
Como nosotros cambiamos, pero el misterio sigue siendo el mismo, dejamos otra versión que actualiza el mismo tema: del coro Laus Deo, que lo interpreta en español inspirándose en la versión inglesa del grupo Pentatonix, que ya lo había actualizado según su propio estilo.
¡Feliz Navidad!