El día 9 de marzo de 2020, en la Parroquia – Colegio Virgen del Carmen, en la C/ Los Misterios 38 de Madrid, ha tenido lugar la presentación del libro del P. Fernando Millán Romeral, O.Carm. Signos, gestos, guiños… Reflexiones sobre la Vida religiosa de nuestros días (Sal Terrae 2018). Sin perder el buen humor, el autor repasó algunos temas que pueden ayudar a la reflexión para religiosos y comunidades de hoy. Una lectura, una anécdota o un encuentro personal con religiosos y consagradas sirven de excusa para abordar un asunto candente o una preocupación personal de su vida como religioso carmelita optimista y desenfadado con el mundo. Le acompañaron y prologaron D. José Luis Díaz Lorenzo, Vicario Episcopal de la Vicaria II de Madrid, y el P. Desiderio García Martínez, O.Carm., Prior Provincial de la Provincia carmelita de Aragón, Castilla y Valencia.
Ofrecemos a continuación las palabras de la presentación del P. Desiderio García, O.Carm., Prior Provincial de los carmelitas de ACV:
Es un orgullo estar esta tarde con todos vds. y con mi hermano carmelita, el P. Fernando Millán Romeral, O.Carm. Hace tiempo que me encontré con este libro, el cual tuve la suerte de revisar sus pruebas para la imprenta. Hoy no lo leo con los ojos del corrector que busca ávidamente la errata o el gazapo escondido para sacarle más lustre al texto, sino que me aproximo de forma más serena, con los ojos del lector que tiene la convicción -como decía Pablo Neruda- que la literatura, al igual que la poesía, no es “de quien la escribe sino de quien la necesita”.
El fallecido crítico literario, Ricardo Senabre Sempere, del cual fui alumno en las aulas salmantinas, me enseñó, “que lo hermoso al escribir, no es escribir, sino tener vida interior”. Sin vida interior no hay buenas historias y tampoco buena literatura. El P. Fernando nos muestra sobradamente su mundo interior en estos Signos, gestos y guiños… Cuando hay vida interior, la experiencia literaria que fluye de los dedos del escritor ya no le pertenece. El buen escritor nunca se adueña de las palabras, no las amaestra, las deja libres, de forma que éstas fecunden a todo aquel que se aproxime a ellas. ¡Fernando, el libro ya no es tuyo!
¿A quién va dirigido este libro? Lo dice el autor: “A los que siguen creyendo, confiando y trabajando en la Vida Religiosa, en este momento tan especial, a veces inclinado al desánimo, al derrotismo, o incluso a la superficialidad, van dirigidos estos Signos, gestos y guiños…”.
El libro recoge 50 anécdotas, en 148 páginas, que unas veces te hace reflexionar y otras sonreír. Estas historias hilvanan 11 años de la vida del autor, que han coincidido mientras desempeñaba el oficio de Prior General de la Orden del Carmen. El P. Fernando, que es teólogo, en su última etapa ha sido animador en tareas de gobierno; ahora bien, ha sido de aquellos que no miran desde arriba, sino que lo hacen con los pies en el suelo. El mismo afirmará en el prólogo: “En estos años he conocido dificultades y problemas muy serios -sobra el decirlo- pero he encontrado también religiosos extraordinarios que, incluso en los apostolados y ministerios más sencillos, hacen real nuestra vocación y nuestra consagración. Y lo hacen con generosidad y con gozo”.
La Vida Religiosa es la espina dorsal de sus reflexiones. En torno a ella gravitan historias que han nacido de la vida cotidiana: un maratón, un cartero, una lectura, un latinajo, largas esperas en el aeropuerto, una errata tipográfica, una vendedora del cupón de la once, un email recibido, una foto desafortunada, un cheque roto dentro de una felicitación de Navidad, un cactus del desierto de Arizona… Es decir, un fenómeno, de repente, activa una reflexión que no se queda en lo anecdótico. Nuestro autor, siguiendo la tradición en el Carmelo, y en la línea de autoras como Simone Weil, nos recuerda que la atención es la principal virtud del contemplativo.
Las historias nos hacen reflexionar en la “cultura microondas” de la inmediatez; en la invasión feroz de la superficialidad; en la grandeza de la apertura a otras sensibilidades; en el diálogo como nuevo nombre de la caridad; en el perdón y la corrección fraterna; en no perder la capacidad de sorpresa; en la loca dictadura que nos inflige buscar siempre lo nuevo; en la necesaria renovación de nuestras curias interiores; en el sentimiento noble del agradecimiento; en la grandeza de la gente anónima que no hace ruido al servir y al amar, etc. Y, así, una tras otra, este rosario de perlas del espíritu dan como resultado un pequeño vademécum o tratado doméstico de Vida Religiosa.
Como bien se apunta en el prólogo del libro “las anécdotas sólo les suceden a quienes saben contarlas”. El P. Fernando es uno de ellos. No cabe duda de que estos relatos están escritos por quien, de tanto leer a Unamuno, Joyce, Gloria Fuertes, Borges, Delibes, Valle Inclán, Carmen Martín Gaite, Dorothy Day, Dietrich Bonhoeffer, Teresa de Jesús… y de tanto escuchar música, a veces un poco macarrilla (Loquillo, Sabina, Queen y su famoso I want it all, I want it now, los dramones de Juan Gabriel o El último de la fila, entre otros), acaba por ejercitarse en el arte de contar historias con música y escribir relatos con alma lso cuales enganchan rápidamente al lector.
En sus narraciones discurren aventuras, encuentros y desencuentros, y, sobre todo, mucho sentido del humor y toneladas de esperanza de la buena (de la que hunde sus raíces en el mismo Dios y combate la cultura del “quejío” y del constante lamento. Si tuviera que describir el libro, lo calificaría como “Relatos de pinceladas “millanescas”, -expresión acuñada por D. Luis García en el prólogo a Abriles robados – otro libro del P. Fernando que les recomiendo leer-. En la Orden del Carmen, junto a la emblemática literatura melusiana (recordando en el ámbito carmelita a la gran labor divulgativa del muy querido P. Rafael Mª López Melús, O.Carm.), empieza también a abrirse hueco una literatura “millanesca”, experta en hacer guiños y fotos teológicas a la realidad.
Signos, gestos y guiños… se lee con fluidez, pero, al mismo tiempo, arroja una mirada profunda a la vida real, no se queda en la epidermis. Lo cotidiano le ofrece al autor un arsenal de metáforas interminables y atrevidas. La realidad -y lo subrayo- para el P. Fernando es el lugar sagrado por excelencia donde Dios se manifiesta.
Hay una frase escandalosa, atribuida a Hegel, que quiero reproducir hoy, porque me parece que es la antítesis de nuestro libro. El filósofo parece ser que un día soltó lo siguiente: “Si los hechos (realidad) no concuerdan con la teoría (ideas), tanto peor para los hechos”. Da la impresión que lo dijo después de que le informasen de la existencia de un planeta nuevo llamado Urano, que no esperaba él que existiese, pero que ponía en entredicho su idea y teoría de cómo era el sistema solar. Era como decir: ¡Señores, díganle a Urano que no existe! Detrás de la ideologías y las teorías, estamos nosotros los mortales. En cambio, detrás de los hechos y la realidad está siempre Dios, el Padre celestial. Si algo importa, es la realidad. No es una banal afirmación de un creyente. El gran don de este libro, -como indica Chiqui Guerrero, SJ, en el prólogo- es que, en su sencillez, estas historias nos enseña a mirar con humildad, con humanidad y desde el Evangelio la realidad, espacio donde acontece el gran misterio de la Encarnación.
En cierta ocasión me dijo el P. Fernando que la tarea de animación y gobierno de la Orden le impedía sentarse a escribir con sosiego. No cabe duda que, en esta nueva etapa que emprende ahora, nos sorprenderá con otras obras, pues al P. Fernando le sobra sensibilidad, arte y talento para seguir contando historias que esconden signos, gestos y guiños de parte de Dios.
Muchas gracias.
