El día 15 de agosto de 2020, en la Iglesia de la Purísima de Salamanca, en la festividad de la Solemnidad de la Asunción de María, emitió su profesión temporal carmelita Fray Francisco Javier de la Motte Alonso, O.Carm. Presidió la celebración el Prior Provincial, P. Desiderio García Martínez, O.Carm., custodiado por el P. Matías Tejerina, O.Carm, prior de la comunidad carmelita del Convento de san Andrés, y el P. Alejandro López-Lapuente, O.Carm, Consejero de formación. Animó la liturgia la comunidad de noviciado de Salamanca y concelebraron un grupo de sacerdotes carmelitas, junto a D. Policarpo Díaz, Párroco de la Purísima Concepción, y D. Antonio Matilla, responsables de la Unidad Pastoral del Centro histórico, de las iglesias de San Martín, San Julián, San Sebastián y La Purísima.
Fray Luca Zerneri, O.Carm. en la monición de entrada y en la introducción a los ritos de la profesión religiosa explicó a la asamblea el sentido de la consagración religiosa de Javi en la Orden del Carmen.
Destacó sobre todo la alegría gozosa de Javi y su acción de gracias tan sentida. La atmósfera orante y festiva de la celebración fue maravillosa. Un nutrido grupo de parroquianos de la Parroquia de Fátima, amigos de Javi y de la comunidad carmelita que en el pasado se tuvo en el Complejo de los Pinos, Paseo de la Estación 61-69, estuvieron presentes en la celebración. Fueron muchos reencuentros, saludos con cierta prudencia por el Covid-19, y decenas de conversaciones, cargadas de recuerdos y risas, durante el ágape que la comunidad carmelita ofreció en los salones de la parroquia.
El Prior Provincial, P. Desiderio García, O.Carm., con cercanía y fraternalmente se dirigió a Javi y a todos los presentes, partiendo el pan de la Palabra de Dios, y subrayando el significado de la consagración religiosa. Transcribimos su homilía a continuación:
“Querido Javi: Jesucristo, te lleva marcado como un sello indeleble en su corazón. La historia de tu vida es una guerra de amor. Este forcejeo con el Señor empezó hace 47 años. San Agustín, en su gran obra “La ciudad de Dios”, dice que la historia del mundo, y la de cualquier persona, es una lucha entre dos amores: el amor a Dios y el amor a uno mismo. La victoria del amor a Dios implica a la larga la liberación y el olvido de uno mismo… En cambio, la victoria del amor a uno mismo implica a la larga el triste olvido de Dios. Cualquier vocación de todos los aquí presentes es un forcejeo…
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