El P. Eduardo Agosta, O.Carm. preparó este vídeo para el webinar sobre el capítulo 2 de la Encíclica Laudato Sì, en el “Día de la Tierra”, el 22 de abril de 2021. La charla se grabó en el Convento carmelita de El Carmen de Onda (Castellón, España), a los pies del Montí, en el Parque natural de la Sierra de Espadán, tal como se puede ver en las imágenes.
La diócesis de Sulmona-Valva (Italia) ha iniciado la preparación de la Semana Social de la Conferencia Episcopal Italiana, que se celebrará en Tarento, el próximo mes de octubre de 2021.
A continuación ofrecemos el texto del vídeo en español:
Sabiduría de la Creación: Ecología integral y conversión ecológica.
Es una alegría y un gran honor para mí poder acompañar a mis hermanos y hermanas de la diócesis de Sulmona-Valva en este viaje de preparación a la Semana Social de la Conferencia Episcopal Italiana que celebraréis todos juntos en Taranto el próximo mes de octubre.
El objetivo de vuestro “viaje” es reflexionar sobre el tema “El planeta que esperamos”. Reflexionemos, pues, sobre lo que deseamos, como individuos y como sociedad, y lo que queremos dejar a las generaciones futuras.
Hoy quiero compartir con vosotros una breve reflexión sobre lo que considero la mayor novedad del mensaje del Papa Francisco recogido en la encíclica Laudato Si’.
Esta novedad se presenta bajo dos aspectos: un aspecto que es físico, natural, medible o cuantificable y otro aspecto que es místico, es decir, que está oculto, diríamos que es invisible a los ojos del observador mejor informado de los fenómenos de la creación. Es una frase que el Papa Francisco recuerda en varias ocasiones en Laudato Si’, a modo de estribillo o antífona: “todo está conectado”, “todo está interconectado” en esta creación, en la realidad en la que vivimos.
Desde el punto de vista natural, este aspecto ha sido uno de los mayores descubrimientos de las ciencias en el último siglo. El mundo que conocemos es como una tela de araña, es decir, una red de interrelaciones e intercambios de flujos de energía y materia en todos los órdenes, que el ambiente y la vida configuran constantemente entre sí, en la multiplicidad de manifestaciones que emergen. Todos conocemos o hemos escuchado el ejemplo de que “el aleteo de las alas de una mariposa en Chieti genera un tornado en Texas”. Este es un ejemplo del aspecto natural del hecho de que “todo está conectado”.
Ahora bien, la novedad de Laudato Si’ es que introduce el aspecto místico de esta red de interconexiones presente en la creación: el Papa Francisco abre la puerta al espíritu, a la necesidad de recuperar en nuestra conciencia la dimensión divina, trascendental, que sostiene y apoya la red. El concepto se recoge en la expresión “ecología integral”, que no es más que la integración de la realidad espiritual, sagrada, en este mundo de relaciones, ya que lo físico por sí solo no es suficiente para dar cuenta de la complejidad de la realidad que habitamos. Lo dice el Papa en la introducción de Laudato Si’: la ecología integral requiere nuevas categorías que van más allá de la física y la matemática y nos abre a la dimensión de la esencia de lo humano (cf. LS 11).
Es precisamente la crisis ecológica ambiental y social, a escala planetaria, que estamos atravesando, la que nos ha demostrado que sostener sólo el aspecto físico no es suficiente para hacer frente a la magnitud global de la irrupción humana en la creación y para resolver los problemas actuales de justicia ambiental y social que surgen en todas partes. Pero… ahora no quiero detenerme más en la ecología integral porque tendrán otro momento dedicado a ella.
Pero no quisiera terminar sin mencionar que la ecología integral está asociada a otro concepto clave que nos ofrece Laudato Si’, y es el de la conversión ecológica. La conversión ecológica no es otra cosa que cambiar las gafas de nuestra visión de las cosas -gafas de dominación, tiranía y devoración- por otras gafas más en clave de Génesis 2,15, donde Dios nos propone la tarea de cuidar y cultivar el jardín, que es la Tierra, en la que él mismo nos ha puesto. Unas gafas contemplativas que al mismo tiempo nos ayudan a descubrir la presencia de Dios que todavía camina por el jardín de la Creación, dejando a cada criatura vestida de su belleza.
En resumen, la conversión ecológica nos llama a ver la Tierra que habitamos como nuestra casa común que Dios ha confiado a nuestro cuidado y cultivo, es decir, a poner amor y responsabilidad en el uso de los bienes de la Tierra.
Pues bien, hermanos y hermanas de la Diócesis de Sulmona-Valva, espero que estas semanas de preparación os ayuden a despertar en cada uno de vosotros el deseo de una auténtica conversión ecológica hacia la ecología integral y poder ofrecer a la sociedad un estilo de vida personal que garantice el bienestar de todas las criaturas y una buena relación con Dios.
Hasta la próxima, y gracias a todos.
P. Eduardo.