Las enfermedades en el ser humano son el resultado de una larga historia evolutiva. Somos la consecuencia de la interacción entre el medio y nuestro genoma. El medio ha ido cambiando a lo largo de la historia, y también lo ha hecho nuestra carga genética adaptándose a dichos cambios. Por ello no podemos decir que exista un genoma “ideal-normal” y, por lo tanto, podemos afirmar que la enfermedad no es un castigo, es un hecho biológico. Un gen determinado que promueva la normalidad y minimice la enfermedad en un ambiente dado puede ser anormal y producir enfermedades en un ambiente distinto. En conclusión, la mayoría de las enfermedades no son simples defectos que puedan ser eliminados aisladamente sin cambiar profundamente las características de una especie.
La muerte por envejecimiento es un proceso natural. La muerte por enfermedad entra en la definición de lo que se conoce como muerte sobrevenida, donde nuestro cuerpo claudica frente a las anomalías y desórdenes internos producidos por la enfermedad. La muerte biológica es un hecho necesario para la subsistencia de las especies, parte del diseño hecho por Dios en su plan de creación.
Los cristianos sabemos que esta muerte biológica no es el fin de nuestra existencia, sino que es un trámite necesario para vivir eternamente en el Cielo. El envejecimiento es una característica metabólica aparecida solo en ciertos tipos de células, transmitida genéticamente de padres o hijos. Se relaciona íntimamente con la sexualidad como sistema reproductivo, ya que permite una variación genética rápida, ventajas evolutivas frente a los cambios ambientales y frente a otras especies. Lógicamente, se acompaña de un mecanismo de eliminación de los organismos parentales, con el fin de cerrar este mismo ciclo biológico. Observamos, por este mismo motivo, que cada especie tiene una longevidad característica. Hemos de resaltar el hecho de que la supervivencia colectiva de una especie depende de los individuos que la conforman y no del número de individuos existentes de dicha especie.
(Ver artículo completo publicado en Boletín Informativo de la Provincia carmelita de Aragón, Castilla y Valencia, nº 36 pinchando en el enlace) Fe_y_medicina_Boletin_nº_36_enero-marzo 2021