“Al marchar Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, que se llamaba Mateo, y le dijo: – Sígueme. Él se levantó y le siguió.
Ya en la casa, estando a la mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron también con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, empezaron a decir a sus discípulos:
– ¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores?
Pero él lo oyó y dijo:
– No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Id y aprended qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.”
En 1599 le encargaron a Caravaggio dos obras para decorar la capilla Contarelli en la Iglesia de San Luis de los franceses, iglesia nacional de Francia desde 1589. La temática de la capilla giraría en torno a san Mateo. Michelangelo tenía que pintar dos escenas alusivas a la vida del santo, la primera sería sobre su conversión y la otra haría referencia a su martirio. Más tarde le encargarían que pintase una tercera sobre san Mateo escribiendo el Evangelio. De esta última el cuadro que contemplamos ahora sobre el altar es la segunda versión, puesto que la primera resultó ser demasiado audaz para la época.
Este encargo lo consiguió gracias a los buenos oficios de su protector el cardenal Francesco Del Monte, gran patrocinador de las artes y las ciencias (entre otros por ejemplo de Galileo). La capilla llevaba años sin terminar y Del Monte tenía un particular interés en la misma. El cardenal, hábil diplomático, había sido una pieza clave en la conversión de Enrique de Navarra al catolicismo, quien en un arranque de pragmatismo habría pronunciado aquella famosa frase de “París bien vale una misa”.
La vuelta de Francia a la obediencia de Roma era sin duda alguna una gran noticia en aquellos tiempos convulsos que reforzaba la posición de Del Monte en el Vaticano.
(Ver artículo completo publicado en Boletín Informativo de la Provincia carmelita de Aragón, Castilla y Valencia, nº 36 pinchando en el enlace) La_belleza_de_la_fe_Boletin_nº_36_enero-marzo 2021
