Durante los días 7 al 10 de octubre, los frailes carmelitas de votos temporales, fr. Francisco Giraldes y fr. Javier Beauvais de la Motte, de la Provincia de Aragón, Castilla y Valencia, han realizado su retiro anual en el Centro de Espiritualidad “Santa Teresa” de las hermanas carmelitas misioneras, en Ávila.
Acompañados en las reflexiones por el P. Alfredo Pisana, miembro del equipo de formación de la comunidad de Salamanca, el retiro se centró sobre “El camino de transformación del carmelita”.
Se han dado pistas de reflexión para que cada uno pudiese verificar, desde la oración y el silencio, y a partir de su propia historia, su relación con Dios y su vida cotidiana, el estado de su propio camino de transformación. En la introducción se pusieron las bases y los presupuestos del retiro: se empieza el camino de transformación en el momento en que sentimos que Dios nos llama a tomar en serio nuestra relación con Él. El misterio de la transformación del hombre en lo que Dios ha planificado para nosotros, necesita sin duda una cooperación del ser humano a la obra salvadora, pero no se puede lograr ninguna transformación si no es por gracia, obrada por Dios, en el Hijo y mediante el Espíritu. El trabajo del hombre es lo de preparar el terreno, intentando identificar y derrumbar al “falso yo”, que disfrazado de intenciones aparentemente buenas, actúa en nosotros. En este camino, exigente al mismo tiempo que consolador, es importante empezar por un serio conocimiento de sí mismos (cf. 1Morada, Sta. Teresa de Jesús), presentarse delante de Dios tal como somos, con la consciencia de que transformación quiere decir que todo aquello que hay en mí, mi desarrollo, mi historia, mi personalidad, tiene derecho a existir. Al mismo tiempo, es importante percibir la distancia entre lo que soy y entre lo que Dios me llama a ser. La meta de la transformación es que salga a relucir en mí esa imagen originaria e irrepetible que Dios se ha hecho de mí, la cual tiene que irradiarse a través de todo lo que hay en mí. La transformación, como concepto clave de una espiritualidad, no intenta imponer su dominio sobre nuestras faltas y debilidades, y, en sentido moralista, se obsesiona con el pecado, sino que confía en que Dios aprovecha, para que su luz y su gloria resplandezca cada vez más en nosotros.
En los días siguiente, fueron algunos personajes, imágenes e historias de la Biblia los que acompañaron el proceso de reflexión sobre el camino de transformación: en particular los profesos se dejaron iluminar por los relatos de la zarza ardiente (cf. Ex 3,1-12) y del paso del mar rojo (cf. Ex 13,17-14,31); por las historias personales del profeta Elías (cf. 1Re 17-19) y de Saulo (cf. Hch 9,1-23); y por las historias de transformación en la eucaristía (cf. Lc 22,14-20. 24,13-35).
Los días de retiro fueron caracterizados por largos momentos de oración y reflexión personal, así como por momentos de compartir, en la mesa fraterna y en intensos y cuidados momentos de oración, a través de la Liturgia de las Horas, la adoración eucarística, los cantos, y las Eucaristías íntimas y sentidas.
Estos días han sido una bocanada de aire fresco, tan deseado por los frailes mismos, para poder descansar bajo las alas protectoras del Espíritu Santo y renovar una vez más su compromiso con el Señor en el Carmelo.
Al finalizar el retiro, los frailes aprovecharon para disfrutar de unos momentos en fraternidad visitando los lugares teresianos en Ávila y en el palomar de Santa Teresa en Gotarrendura.