El día 24 de junio de 2023, a las 12 AM, Mons. José Luis Retana Gozalo, Obispo de Salamanca, visitó a nuestro hermano Pablo María de la Cruz. Con mucha alegría, y al no poder asistir el domingo, día 25 de junio, a su profesión religiosa carmelita, D. José Luis se acercó a casa de la familia de Pablo María para felicitarle personalmente por su consagración religiosa en la Orden del Carmen. D. José Luis le manifestó que la Iglesia de Salamanca acoge con júbilo su vida ofrecida a Dios, siendo él mismo testigo en primera persona de las gracias especiales y bendiciones que muchas personas están ya recibiendo con consecuencia del testimonio de su vida. En una conversación animosa y alegre, Ricardo y Mari Carmen, los padres de Pablo, compartieron algunos detalles de cómo han vivido la transmisión de la fe en la familia, la bendición que han sido sus 5 hijos y lo que ha significado durante estos 6 años la enfermedad de Pablo.
Pablo María de la Cruz subrayó que todo lo que estaba sucediendo era un auténtico milagro y que él mismo estaba sorprendido de la reacción de aquellos que le rodeaban. Le contó a D. José Luis su deseo ardiente de que los jóvenes de Salamanca conozcan el amor de Dios manifestado en Jesús Eucaristía. Asimismo, subrayó que el encuentro con Cristo le ha llevado a amar cada vez más a la Iglesia y a la diversidad de carismas que el Espíritu Santo suscita en ella para la santificación del Pueblo de Dios. Estos últimos años, con jóvenes de diversos grupos, itinerarios y movimientos eclesiales, han creado en Salamanca pequeños grupos para rezar el rosario; otras veces, han rotado y participado en la misa diaria de distintas parroquias; en ocasiones, hacen salidas y rezan en medio de la naturaleza; otras veces, participan en retiros y voluntariados de diversas instituciones eclesiales, etc. Hizo alusión durante la conversación a momento concretos que han sido un punto de inflexión en su llamada vocacional.
El P. Desiderio García, carmelita, amigo de la familia, que acompañó a Mons. Retana Gozalo a su casa, comentaba que la santidad, al igual que la vocación cristiana, no suele improvisarse: todo lo vivido, de un modo u otro, suma, y los tesoros de la fe se van acumulando de forma misteriosa y silenciosa en nuestras vidas, hasta que, de repente, un día, un “detonante” hace que la carga estalle. Pablo María de la Cruz con buen ánimo relató cómo la fe vivida y sostenida por la fuerza de la oración, los sacramentos (en especial su amor a Jesús Eucaristía) el acompañamiento espiritual, sus amigos y su familia, y el contacto estrecho con jóvenes que no se conocían, pero que ha descubierto que comparten la misma fe, han favorecido que un día emergiese su vocación a la vida consagrada. Consagración que le permitirá unirse con lazos de amor más estrechamente a Cristo en pobreza, obediencia y castidad.
Los hermanos de la comunidad carmelita del Convento de S. Andrés, de El Carmen de Abajo, donde vivió S. Juan de la Cruz, uno de los inspiradores de su nombre de religioso (Pablo María de la Cruz) están gozosos y, al mismo tiempo, sobrecogidos, por las llamadas de teléfono: unos preguntando por Pablo y felicitándole por su consagración al Señor, y otros, solicitando su oración y encomendándole a su intercesión sus intenciones particulares.
