Hace unos años se hizo viral un vídeo simpático, en el que circuló la famosa expresión: ¡Ay pollito la que me has liado! Salvando las distancias, y en un contexto totalmente distinto, Mari Carmen Hidalgo, la madre de Pablo María de la Cruz, ha rescatado la expresión para aplicarla con buen sentido del humor a la consagración a Dios de su hijo Pablo María de la Cruz. ¡Ay Pablo la que has liado!
Pues sí, así es. Esta tarde noche, a las 21.30, en la puerta de casa de sus padres, y en vísperas de su profesión solemne en el Orden del Carmen en El Carmen de Abajo de Salamanca, jóvenes amigos de distintos grupos eclesiales se han dado cita para rondarle y cantarle. Ha sido un momento muy emocionante que le pilló por sorpresa. Salió al balcón flanqueado por sus hermanos Juan y Noemí. Los jóvenes le pidieron a Pablo que, por favor, les diera su bendición desde el balcón de su casa. Y ni corto ni perezoso allí que fue la bendición a todos los presentes. Luego, bajó al portal para poder hablar con sus amigos, saludarles y despedirse, Dios mediante, hasta el día siguiente, que será su consagración definitiva a Dios en la Orden del Carmen, en la que públicamente hará sus votos de pobreza, obediencia y castidad. En medio del pueblo reconocerá que desea “vivir en obsequio de Jesucristo…”, el corazón de la Regla carmelita. Posteriormente se instalará en su “celda” en el Convento de S. Andrés, El Carmen de Abajo, lugar que acogió a otro campeón de la vida del espíritu y compañero de fatigas en la noche oscura: S. Juan de la Cruz.
Pues eso, pollito, que la has liado parda. ¡Y bendito lío que nos sacude la modorra, nos despierta de nuestra vida distraída y nos recuerda lo esencial: vivir para el Cielo y para las cosas de Dios! ¡Que Cristo sea tu alegría nos llena de alegría! “¿Por qué la paz que transmites, se preguntan muchos?”. ¡Ayúdanos Pablo, con la ofrenda de tu vida, a desterrar de nosotros el miedo a la muerte! La alegría de entregarse al Señor, que, como cantan los jóvenes del vídeo de la ronda, en el Himno de Effetá, aleja todo miedo y temor:
“No tengo miedo de la libertad, no tengo miedo, Señor de la Vida, me quiero entregar. Toma mis manos mi voz y mi andar. Y yo alzaré alto la Cruz derramada de Amor, para que sea bandera de la juventud. Tu triunfo santo que junto a mi canto se harán fuerte luz, para que vean tu rostro, Jesús. Hombres con sed, hombre valientes que quieran seguir tu caminar…