5 de mayo Memoria obligatoria
Ángel se cuenta entre los primeros Carmelitas que vinieron del Monte Carmelo a Sicilia, donde, según las fuentes tradicionales dignas de fe, murió en Licata a manos de hombres impíos, en la primera mitad del siglo XIII.
Su biografía estuvo rodeada de un gran misterio y tuvo que ser depurada de grandes y falsos rasgos hagiográficos hasta tal punto que su conmemoración litúrgica fue retirada por un tiempo del calendario carmelitano.
La tradición nos dice que fue palestino puro, de padres hebreos, y que junto a su hermano entró en el Carmelo de Santa Ana en Jerusalén. La misma tradición nos relata que en un viaje a Roma, se encuentra en San Juan de Letrán con san Francisco y santo Domingo de Guzmán. En este encuentro san Ángel predice, según la tradición, a san Francisco las llagas y éste, a su vez, le anuncia su martirio. Por su intercesión se obtuvo la confirmación de la Regla por parte del papa Honorio III en 1226. Hacia la mitad del siglo XIII es herido de muerte en Lícata, a causa de la agresión que realizó contra él un grande de la ciudad que fue denunciado públicamente por san Ángel por su falta de ética.
Junto a san Alberto de Trápani, es uno de los santos que está muy unido a las primeras tradiciones de la orden carmelitana. Venerado como mártir, muy pronto se edificó una iglesia sobre el lugar de su martirio, y allí fue colocado su cuerpo. En el Capítulo General de la Orden de 1498 se prescribe que en todos los conventos se haga conmemoración de él todos los días. En 1564 se manda celebrar su fiesta con octava solemne. El 5 de agosto de 1662 sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de los Carmelitas de Licata.
El culto a san Ángel se difundió por toda la Orden y también entre el pueblo. Él y san Alberto de Trápani son considerados los “padres” de la Orden por ser los dos primeros santos que recibieron culto en la Orden, y por esto fueron representados muchas veces en la iconografía medieval al lado de la Virgen María. Sus atributos iconográficos son: hábito carmelita, una cimitarra en la cabeza o un puñal en el pecho, una palma en la mano.
En Sicilia existen muchos lugares que tienen a san Ángel como patrono, y el pueblo lo invoca en las necesidades, dirigiéndose a él con mucho afecto y cariño.