El pasado sábado, 4 de mayo, se reunieron en el Colegio de Vila-real más de 150 antiguos alumnos de nuestro centro. Fue un momento especial, desde la llegada y la necesidad de hacer la cola de espera para acreditarse hasta la despedida y el deseo de volver a organizar un evento de este tipo.
Cuatro momentos marcaron el encuentro. El primero de ellos fue en la capilla, a los pies de la Virgen. Un momento de silencio, oración y compartir para dar gracias por lo vivido y por aquellos que hicieron posible todo ello, desde las familias que eligieron el centro como los profesores que acompañaron esos años de formación. También se tuvo un recuerdo para los difuntos, aquellos que formaron parte de las distintas clases y que ya no están con nosotros. Se rezó juntos el Padre nuestro para que el Señor fuera protagonista de nuestro encuentro. Finalizó esta primera parte con una oración a María, que ella siempre nos proteja con su manto.
El segundo momento fue en el Salón de Actos. Emocionado por la respuesta y por el hecho de estar allí tantas personas, el Director titular, D. Héctor Más, repasó el sentido de lo aprendido en las aulas, en las actividades durante los años de presencia en el colegio. Es una educación en valores cristianos que seguro ha formado parte para siempre de lo vivido en las distintas profesiones y ámbitos en los que se ha desarrollado la actividad personal y profesional de los asistentes. Para finalizar dio paso a un vídeo en el cual con la ayuda del P. Goyo Señor, D. Benjamín Brun y D.ª Herminia Font fueron presentando momentos y personas presentes a lo largo de tantos años. Fue ameno y divertido ese repaso a la memoria. Se ha cambiado mucho, el tiempo pasa.
El tercer momento fue un paseo por el colegio. Descubrir nuevos y viejos rincones, sitios decorados de manera diferente, espacios que siendo iguales ahora son o parecen más pequeños, mobiliario que perdura y parece imposible. Muchos de los presentes agradecieron los cambios y mejoras. Disfrutaron de situar anécdotas en los mismos lugares donde ocurrieron.
El cuarto momento fue en el comedor, poder tomar algo con los amigos, saludar a conocidos de otros cursos, compartir unas risas y, sobre todo, rememorar más y más recuerdos. Fue un momento especial de fraternidad y encuentro.
Muchas generaciones pero un solo sentimiento, ser Familia Carmelita, “el colegio es nuestra casa” y siempre es agradable volver.
