Con gran gozo en el corazón os anuncio que el sábado 22 de junio de 2024, en la Iglesia San Esteban, de los dominicos de Salamanca, he sido incorporado al Orden de los Diáconos por manos y oración consecratoria de Mons. Luis Javier Argüello García, Arzobispo de Valladolid. En esta misma celebración, fue también ordenado de presbítero Fr. Bernardo Sastre Zamora, miembro de la comunidad de frailes dominicos de Salamanca.
Por esta razón, quería compartirles las palabras de agradecimiento que, con una gran mezcla de emociones, pronuncié en ese memorable momento de mi vida de religioso carmelita. Estas son una pequeña síntesis de mi camino de seguimiento y entrega a Jesucristo y a su Iglesia:
Los antiguos maestros espirituales decían que: “En todo lo que uno pasa, absolutamente en todo, Dios pasa.”
Por esto mismo, tengo la plena certeza de que en cada uno de los momentos de mi existencia ha estado el Señor de la historia atravesando por ellos, llenándolos de su plenitud y gracia.
Dado esto, en este día tan especial, quiero agradecer en primer lugar a Dios, Padre bueno y amoroso, que decidió llamarme, en la perfección de su tiempo y por su gran misericordia, a este nuevo ministerio en su Iglesia, para así configurarme, por la gracia sacramental que otorga su Espíritu Santo, con su Hijo Jesucristo siervo de todos.
Quiero también dar gracias a la Santísima Virgen María, a la perfecta Servidora del Señor, a la cual le he confiado de modo especial este ministerio diaconal. Pues ella me ha acompañado todo este tiempo como madre y maestra. Es para mí modelo inspirador; es quien me facilita cada día vivir obsequiado a Jesucristo. Y como sé de su efectivísima intercesión ante el Señor, le he pedido me alcance de su Hijo las gracias y carismas necesarios para servir con eficacia y dignidad a la Iglesia.
Al igual que fray Bernardo, le doy gracias a Don Luis Arguello, arzobispo de Valladolid, por habernos incorporado, por la imposición de sus manos, al Orden Sagrado. Dios bendiga su servicio y su entrega a la iglesia.
E igualmente, expreso mi gratitud a nuestros padres provinciales, fray Salvador Villota Herrero y fray Jesús Díaz Sariego, que están aquí acompañándonos en este momento tan especial de nuestras vidas de consagrados.
En este instante, también quiero agradecer a mis familiares y a mis amigos, especialmente a mi madre Blanca, que seguramente Dios le ha permitido estar conmigo en este día de una manera muy especial. A ella mi gratitud por el regalo de la vida.
Doy un gracias inmenso, muy inmenso, a mi querida familia religiosa, la gran familia de la Orden del Carmen (frailes, mojas, hermanas y laicos), que en todo este santo tiempo me han acogido y acompañado en este seguimiento enamorado del Crucificado, del Buen Pastor.
Asimismo, deseo expresar mi agradecimiento a la comunidad dominicana de Salamanca, particularmente a su Prior, P. Manuel Ángel, que ha posibilitado el poder compartir y celebrar juntos nuestras ordenaciones, en esta preciosísima iglesia de San Esteban (santo diacono mártir al que también me he encomendado de manera especial).
Por último, pido a Dios bendiga a cada uno de los que han puesto a disposición sus carismas para embellecer esta ceremonia.
Concluyo estas palabras de agradecimiento pidiéndoles que oren por nosotros para que, a ejemplo del Santo de Asís, Nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor, nos ayude en el ejercicio de nuestro ministerio:
…A nunca buscar querer ser consolados, sino consolar;
ser entendidos, sino entender;
ser amados, sino amar.
Muchas gracias.
Todas las fotografías de esta entrada (incluida la imagen destacada de la cabecera) las debemos a una amable cortesía de la Delegación de Medios de comunicación de la Diócesis de Salamanca.
