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Lectio Divina

 

Salmo 79

 

Alégrate (Ain Karem)
17 diciembre, 2024 / Carmelitas
IV Domingo de Adviento (c), propuesta para la lectio divina

Lectio divina – IV Domingo de Adviento (c)

La Palabra: Miqueas 5,1-4; Salmo 79; Hebreos 10,5-10; Lucas 1,39-45

Ambientación: Si el Adviento, y sus lecturas, llaman a la esperanza, el próximo domingo, el último ya de este tiempo litúrgico, prolonga la invitación que nos trajo el 8 de diciembre con la Inmaculada, así como la del III domingo (el domingo pasado, “Gaudete”): la alegría. Gozo de Isabel, danza de Juan Bautista. Los tiempos mesiánicos se cumplen. Falta poco para el Nacimiento del Señor.

Oración inicial

María, cuéntanos que te impulsó a afrontar el viaje a Ain Karem,
a la montaña de Judá, donde Isabel.
Sabemos de tu prima, de su ancianidad, de Zacarías…, pero ¿cómo fue?
¿Cómo llegaste a postergar tus cosas
para pasar los primeros tres meses tras el anuncio que te hizo el ángel
al servicio de tu prima anciana, necesitada de ayuda?

Sí, lo dice un Salmo:

«Corro por el camino de tus mandamientos, [Señor],
pues tú mi corazón dilatas»
( Sal 118,32).

Ven, Espíritu Santo,
así como hiciste presente al Hijo de Dios en la carne de María,
ensancha nuestro corazón a las dimensiones del de Dios;
impúlsanos por la vía de la caridad.

«Levántanos» sin tardanza (cf. Lc 1,39),
a la escucha en la escuela de la Palabra.
Infúndenos un ímpetu generoso
para salir al encuentro de Jesús que ya viene,
para la acogida dócil a tu consejo,
para dejarnos iluminar y guiar en todo
a través de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6).
Que nuestro corazón, como el de María,
sea visitado por la gracia del Padre,
penetrado por tu fuerza, oh, Espíritu
y colmado interiormente de la presencia del Hijo.

Que María nos obtenga el don de saber amar
como Ella supo amar
e interceda por todos sus hijos,
para que podamos decir con san Pablo:
«el amor de Cristo nos apremia».

Amén.

LECTIO  –  ¿Qué dice el texto? – Lucas 1, 39-45

Motivación: El Evangelio de hoy sitúa ante una inminencia, últimos preparativos… ¿de qué? Abrámonos para buscar a Dios, descubriendo que es Dios mismo quien viene antes a visitarnos. 

 Propuestas para enmarcar la lectura:

    • La expresión «bendita tú entre las mujeres» en el Antiguo Testamento se refiere a Yael (Jue5, 24) y a Judit (Jdt 13, 18), dos mujeres guerreras que se ocupan de salvar a Israel.
    • Dios está a punto de visitar a su pueblo.
    • He aquí el encuentro del Antiguo con el Nuevo Testamento. Dos mujeres, ambas embarazadas, encarnan, en efecto, la espera (Isabel) y el Esperado (María).

Del Evangelio de san Lucas (Lc 1, 39-45)

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:

– «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

MEDITATIO (RUMINATIO) –  Leemos y releemos (manducamos, rumiamos) el pasaje como para aprenderlo de corazón. ¿Qué me dice el texto?

    • La anciana Isabel simboliza a Israel que espera al Mesías; la joven María lleva en sí la inauguración del cumplimiento de tal espera, para beneficio de… ¿sólo Israel? ¡De toda la humanidad! Y yo, ¿qué lugar ocupo en este encuentro? ¿Saludo a María como Isabel? ¿Soy como María que presenta a Jesús?
    • El júbilo de Juan en el seno de Isabel es el signo del cumplimiento de la espera. ¿Me alegro como Juan a la llegada del Señor? O quizás, ¿soy como Jesús repartiendo gozo a Isabel y Juan? O tal vez, ¿sigo ajeno a lo que acontece y me dejo vencer por la indiferencia, sin nada que celebrar…?
    • «Bendita tú entre las mujeres», del grito guerrero en el Antiguo Testamento, al dirigido a María, joven pacífica que va a engendrar al Salvador del mundo y Rey de paz. ¿Soy pacífico? ¿Además pacificador? Quizás soy más bien camorrista, desafiante, fuente de discordia…

ORATIO Converso con el Señor a partir de su Palabra

Motivación: El Señor viene, acompañado de su Madre, desbordante de bendiciones…, con toda la corte celeste…

    • Alabo la humildad de la venida del Señor, un bebé en el vientre de María, me dejo llenar por la alegría de su llegada, por la vida…
    • Pido al Señor aumentar mi deseo de su venida…, sin desearlo, nunca conoceré al Señor… En la Anunciación el arcángel Gabriel había hablado a María del embarazo de Isabel (cf. Lc 1, 36) como prueba del poder de Dios: la esterilidad, a pesar de la edad avanzada, se había transformado en fertilidad. Puedo pedirle al Señor que despliegue en mí su brazo poderoso….
    • Agradezco su inquebrantable fidelidad en la larga preparación y cuidado con que ha dispuesto su venida.
    • Imploro perdón por mi desesperación, porque no he creído en el cumplimiento de sus promesas, por mi indiferencia antes su llegada, por la falta de celo en anunciarlo, o en testimoniarlo…
    • Le adoro, simplemente, porque buscándolo, pidiéndolo, llama a mi puerta, se hace presente, se deja encontrar.
    • A María, Arca de la Nueva y Eterna Alianza, le confío mi corazón, para que lo haga digno de acoger la visita de Dios en el misterio de su Nacimiento.

CONTEMPLATIO –  ¿Cómo conozco y reconozco al Señor? ¿Cómo vivo en Él? ¿A qué me mueve el texto?

Motivación: oración, fraternidad y servicio

    • La Visitación expresa la belleza de la acogida: donde hay acogida recíproca, escucha, espacio para el otro, allí está Dios y la alegría que viene de Él. Me pongo en la piel de María, visitando a cuantos viven en dificultad, en especial a los enfermos, los ancianos y los necesitados de una visita, de compañía.
    • Me pongo también en la piel de Isabel que acoge al huésped como a Dios mismo
    • Procuro abrirme a la alegría, con disposición a bailar, como Juan en el vientre de Isabel, como David ante el arca…

 COLLATIOUn compartir sencillo

    • Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede comparte en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.
    • Para ir acabando escuchamos y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 79): en la Liturgia de las horas, p. 846-847.

 ACTIOVivir la Palabra

    • Un reto para esta semana: con espíritu mariano, me pongo al lado de María, la acompaño, le sirvo en su necesidad al prepararse a dar a luz, y sirvo, como ella serviría.

 Oración final Padre nuestro.

Saludo a la Virgen María: Alégrate (Ain Karem)

 

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