La Palabra para el domingo 4º del tiempo ordinario (en este año 2025, al caer el domingo el día 2 de febrero, prevalece la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, pero el intento de dar seguimiento a la lectura litúrgica continuada nos sugiere no seguir obligadamente el Evangelio de la Misa dominical para una propuesta de lectio divina y oración):
Jer 1, 4-5. 17-19 – Te constituí profeta de las naciones
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 [R/.: cf. 15ab])
1 Co 12, 31 — 13, 13 – Quedan la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor
Lc 4, 21-30 – Jesús, como Elías y Eliseo, no solo es enviado a los judíos
Ambientación: la lectura de hoy es continuación de la lectura que Jesús hizo en su participación en la liturgia sinagogal de Nazaret (cf. semana pasada). Estamos todavía en la misma sinagoga. Jesús creció allí en Nazaret, todos le conocían, también a su familia. Tras un tiempo ausente, ha regresado, pero de un modo nuevo: ha leído una profecía de Isaías sobre el Mesías y ha anunciado su cumplimiento, dando a entender que éste se daba en Él. Ello provoca sentimientos encontrados en su auditorio: entre maravilla (v. 22) y desconcierto (v. 28) entre los vecinos. Y a mí, ¿me provoca algo esta provocación de Jesús o solo miro pasar el toro desde detrás de la barrera para volverme tranquilo a casa?
Oración inicial
Ven, Señor,
hazte presente en medio nuestro,
entra en el corazón
que quiere estar abierto de par en par,
a sabiendas de que
“tus caminos, Señor, no son nuestros caminos”.
Tus caminos son anchos,
para nosotros angostos;
tus miras son altas,
nosotros, cegatos;
tus proyectos son inabarcables,
y nosotros “incontinentes”, ¿cómo los podríamos comprender (contener)?
Tú quieres la salvación de todos
y yo te pido la mía, no la del enemigo;
Tú quieres el amor y la gracia,
y a mí me llena la ira el rencor.
Un Dios que habla de gracia y omite la venganza
(cf. Lc 4,18-19 con Is 61,2)
¿no me va a vengar?
¿Será que lo tengo que despeñar?
Ven, Espíritu Santo, ilumíname. Amén.
LECTIO – ¿Qué dice el texto? – Lucas 4,24-30
Motivación: El Evangelio de hoy podría interpretarse como un ataque al nacionalismo político. En parte lo es, porque los judíos identificaban religión y política. Pero el ataque de Jesús se dirige sobre todo al “nacionalismo” religioso. Propuestas para enmarcar la lectura:
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- ¿Qué reacción tomaría el pueblo tras escuchar la “homilía” que hizo sobre la lectura de Isaías?
- ¿Qué cabía esperar del ‘vecino (camarada) Jesús’ –“el de María y José”– entre sus propios vecinos?
- Jesús dirige palabras que suenan como una provocación, cita dos milagros realizados por los grandes profetas Elías y Eliseo en ayuda de no–israelitas, para demostrar que a veces hay más fe fuera de Israel…
- Se confirma el proverbio: «ningún profeta es bien recibido en su tierra»
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Del Evangelio de san Lucas (Lc 4,21-30)
21 Y comenzó a decirles: —Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.
22 Todos daban testimonio en favor de él y se maravillaban de las palabras de gracia que procedían de su boca, y decían: —¿No es éste el hijo de José?
23 Entonces les dijo: —Sin duda me aplicaréis aquel proverbio: «“Médico, cúrate a ti mismo”. Cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí en tu tierra».
24 Y añadió: —En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su tierra. 25 Os digo de verdad que muchas viudas había en Israel en tiempos de Elías, cuando durante tres años y seis meses se cerró el cielo y hubo gran hambre por toda la tierra; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27 Muchos leprosos había también en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el Sirio.
28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira 29 y se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte sobre el que estaba edificada su ciudad para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.
MEDITATIO (RUMINATIO) – Leemos y releemos (manducamos, rumiamos) el pasaje como para aprenderlo de corazón. ¿Qué me dice el texto?
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- Los habitantes de Nazaret se maravillaban de Jesús (v. 22) e inmediatamente se llenan de ira ante sus palabras (v. 28). Entonces es espontáneo que nos preguntemos: ¿cómo es que Jesús provocó así?
- Se cumplen ya las palabras de Simeón en el Templo (cf. Lc 2,34): Jesús es causa de dolor y gozo. Jesús, ¿ha venido mendigando la aprobación de los hombres? Dirá al final ante Pilato: para «dar testimonio de la verdad» (Jn 18, 37).
- Se pone de manifiesto la mezquindad de aquellos hombres que no han sabido ver la verdad que tienen en sí las palabras del Señor (v. 22). El verdadero profeta no obedece más que a Dios y se pone al servicio de la verdad, sin componendas; de la Verdad en la Caridad, y Caridad en la Verdad (cf. Caritas in veritate).
- «Es uno como nosotros —dicen—. Su pretensión no podía ser más que una presunción» (cf. Benedicto XVI, La infancia de Jesús, 11). Preguntar a un vecino: «¿No es éste el hijo de José?» (Lc 4, 22), amaga la pregunta que hierven por hacer a Jesús: “Carpintero de Nazaret, ¿qué te has creído? ¿por quién te tienes?”
ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra
Motivación: El Señor no pierde el tiempo con rodeos en su presencia, ni con milongas en su predicación y componendas en casuísticas, ni con pañitos calientes para los caprichosos al empezar su misión…
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- Alabo la franqueza del Señor, su valentía, su desparpajo, su rectitud, su saber estar, y su saber quitarse de en medio sin ponerse Él en el centro si el hombre no le quiere acoger…
- Pido al Señor que me aumente la fe, que me revele su Evangelio, que ablande y rebaje mi corazón cuando mi ego tema que el prójimo viene a hacerme sombra… El camino por el que entender de verdad a Jesús no es pidiéndole que me haga milagritos a mi antojo (como Herodes, cf. Lc 23,8): sólo podré conocerLe en humildad y desinterés, recibiendo gratis lo que gratis da.
- Agradezco su nobleza, el respeto hacia la humanidad, su saber esperar los ritmos y tiempos de cada uno…
- Imploro perdón de corazón por mi mezquindad ruin para con Jesús…
- Le adoro, por la perseverancia en su misión (¡hasta hoy!), en su señorío abriéndose paso donde no quiere forzar el corazón del hombre…
- Me dejo contagiar de sus actitudes, busco empaparme de los sentimientos de Cristo Jesús, en su secreto dolor sabiendo la dureza de sus conocidos…
- A María, que guardaba el misterio y las palabras de Jesús en su corazón, que supo acogerle una y otra vez, cada vez, más de nuevo, con mayor profundidad, en su camino de fe, hasta la noche de la Cruz y la luz plena de la Resurrección, le pido que me ayude también a mí a recorrer con fidelidad y alegría este camino.
CONTEMPLATIO – ¿Cómo reacción tomo yo ante el Señor?¿A qué me mueve el texto?
Motivación: oración, fraternidad y servicio
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- Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad (en teología se hablaría de diferencias de razón, no de realidad), dos nombres de Dios. Sí, Dios es justo, y a la vez, misericordioso. Verdad y amor, justicia y misericordia.
- Es iluminadora la actitud de María. ¿Quién tuvo más familiaridad que ella con la humanidad de Jesús? ¿Se escandalizó de Jesús, como sus conciudadanos de Nazaret? ¿Se escandalizó de sus conciudadanos? ¿Les guardaría algún tipo de animadversión o rencor?
- “Camino santo y bueno es este, seguidlo (Haec via sancta et bona est; ambulate in ea)”, Regla del Carmelo, 20.
COLLATIO – Un compartir sencillo
Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.
- Para ir acabando escuchamos y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 70): en la Liturgia de las horas, p. 877. (Acordes en la descripción del vídeo propuesto)
ACTIO – Vivir la Palabra
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- Creer en Dios y vivir el Evangelio supone abandonar los propios estereotipos, quitarse máscaras de hipocresía, acoger el rostro concreto en quien Dios se nos ha revelado –el hombre Jesús de Nazaret– por medio de su Evangelios, y en fin, seguir sus huellas, hasta el extremos. Este camino pasa también por reconocerle y a servirle en los demás.
Oración final – Padre nuestro.
Saludo a la Virgen María: María, enséñame a contemplar (Cover R. Cabado, Ixcis).