La Palabra para el próximo domingo, 1º de Cuaresma (c):
Dt 26,4-10: Profesión de fe del pueblo elegido.
Sal 90,1-2.10-11.12-13.14-15: Quédate conmigo, Señor, en la tribulación. R/.: cf. 15b
Rm 10,8-13: Profesión de fe del que cree en Cristo
Lc 4,1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.
Ambientación: Entramos en el itinerario cuaresmal, ¿qué significa? Es como un «retiro» durante el que se nos ofrece volver a entrar en nosotros mismos, escuchar la voz de Dios, salir de las tentaciones de Egipto y del desierto, vencer al Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser hijos e hijas de Dios. Sí, es un tiempo de «combate» espiritual que solo vivifica cuando se libra juntamente con Jesús, sin orgullo ni presunción de las propias fuerzas, experiencia o sabiduría, sino más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia. De este modo podremos llegar a celebrar verdaderamente la Pascua.
Hoy propondremos una reflexión más escueta a cambio de una contemplación más prolongada.
Oración inicial
Señor y Soberano de mi vida,
aleja de mí el espíritu de indolencia,
desaliento, vanagloria y palabra inútil. (+)
Concede a tu siervo pecador
el espíritu de castidad,
humildad, paciencia y amor. (+)
¡Sí, Señor, Soberano, Rey mío y Dios mío!
Concédeme la gracia de conocer mis propios pecados
y no juzgar a mi hermano,
porque Tú eres bendito por los siglos de los siglos. (+) Amén.
Señor, ten misericordia de mí, pecador. (+)
Señor, purifícame de mis pecados y ten piedad de mí. (+)
Innumerables veces pequé, perdóname, Señor.
(Cf. Oración bizantina de la Gran Cuaresma, atribuida a San Efrén; adoptada por la celebración litúrgica bizantina, en su rito hacen una postración al llegar al lugar marcado con la +. Puede encontrarse un comentario de Alexander Schmemann, aquí)
LECTIO – ¿Qué dice el texto? – Lucas 4,1-13
Motivación: En el inicio de su misión salvífica, el Señor ayuna (vv. 2-3) y sufre tentaciones. Los tres evangelios sinópticos (Mt 4, 1-11, Mc 1,12-13, y el pasaje que tratamos de Lucas) recuerdan que el episodio tiene lugar «en el desierto» (v. 1). Con esa palabra (ἐν τῇ ἐρήμῳ, cf. Lc 3,2) se designa probablemente la depresión que hay junto al Jordán, al norte del Mar Muerto. Sin embargo, también tiene un sentido teológico más profundo: «en el desierto» fueron tentados, y vencidos, Moisés e Israel; Eva y Adán también conocieron su peculiar desierto…
Propuestas para enmarcar la lectura:
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- La insistencia de las tentaciones nos habla de que no constituyeron un simple desagradable contratiempo más o menos puntual u ocasional, sino la consecuencia permanente de la opción radical y totalizadora de Jesús por cumplir la misión que le encomendó el Padre, por vivir plenamente como Hijo amado, confiado completa y solamente en Él.
- Cristo vino al mundo para liberarnos del pecado y de la ambigüedad de programar nuestra vida al margen de Dios. Él no vivió con declaraciones altisonantes, sino luchando en primera persona contra el Tentador. Su ejemplo muestra que este mundo podrido de pecado, infectado de corrupción, envenenado con guerras y asfixiado de muerte solo cambia y mejora comenzando por uno mismo, acogiendo, con la gracia de Dios, la transformación (justicia, paz, resurrección) que Él quiere dar a nuestra vida.
Del Evangelio de san Lucas (Lc 4,1-13)
1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, 2 donde estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada en estos días, y al final sintió hambre.
3 Entonces le dijo el diablo: —Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
4 Y Jesús le respondió: —Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre.
5 Después el diablo lo llevó a un lugar elevado y le mostró todos los reinos de la superficie de la tierra en un instante 6 y le dijo: —Te daré todo este poder y su gloria, porque me han sido entregados y los doy a quien quiero. 7 Por tanto, si me adoras, todo será tuyo.
8 Y Jesús le respondió: —Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios y solamente a Él darás culto.
9 Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo 10 y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, arrójate de aquí abajo, porque escrito está: Dará órdenes a sus ángeles sobre ti para que te protejan 11 y te lleven en sus manos, no sea que tropiece tu pie contra alguna piedra.
12 Y Jesús le respondió: —Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
13 Y terminada toda tentación, el diablo se apartó de él hasta el momento oportuno.
MEDITATIO (RUMINATIO) – Leemos y releemos, nos dejamos arañar por el ayuno del pasaje, austero en la boca, tosco en las entrañas. Se nos brinda la oportunidad de discernir las trampas en que caemos a menudo en lo cotidiano. ¿Qué me dice el texto, cómo sacude mis seguridades, certezas…, en qué?
Meditar y reflexionar sobre las tentaciones que nos acechan debería ser un ejercicio preventivo ordinario en nuestra vida cotidiana. Puede tener también un valor añadido para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana en clave de conversión cuaresmal. ¿Cuál es mi actitud ante mis necesidades, miedos, apetencias, gustos, costumbres, hábitos…? ¿En qué aprecio tengo la voluntad de Dios? ¿Priorizo al Señor, o antepongo mi agrado, comodidad, complacencia, interés, beneficio…?
1) La necesidad primaria: el afecto, la comprensión, saberme acogido/a.
2) ¿Está Dios en medio de nosotros? ¿Está conmigo? ¿Estoy yo con Él? ¿Con quién, si no?
3) La tentación de tener. Fama, dinero, poder, saber, salud, bienestar…
4) La tentación del dejarse arrastrar, dejar hacer a los demás, del callar, de la complicidad del mal, de la indiferencia, de la inoperancia….
ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra
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- Alabo al Señor, por la fecundidad de su ascesis, su disciplina, su concentración en el Padre… ¡Bendito seas Maestro, cuéntame en tu seguimiento!
- Pido al Señor que me descubra mis propias distracciones en su designio sobre mí, en mis omisiones en relación a su voluntad…
- Suplico el don de la conversión para dejar de ser cómplice del mal, de hacerle el juego al maligno, para no seguir contradiciendo mis promesas bautismales, para no blasfemar –con mi vida– contra el dulce Nombre que me salva…
- Adoro, a Jesús paciente, tentado y vencedor de la tentación en el desierto, y con Él adoro al Padre, y al Espíritu que conduce, ilumina y fortalece a Jesús…
- Me dejo interpelar por su ejemplo, su modo de conducirse, su valentía, su perseverancia a prueba de bomba…
- De María nació al mundo el Hijo de Dios hecho hombre. Le pido como a Madre, que me geste en sus entrañas y me dé a luz en la Iglesia como hijo/a de Dios y que dé a luz de nuevo en mí a su Hijo, Jesús.
- María guardó la Palabra del Señor en su corazón y, sin ningún género de duda, también ella debió ser tentada… ¡¡ni podemos imaginar a qué extremo!! A ninguna criatura le debía guardar tanta inquina el Maligno como a ella para que abandonara el camino y la voluntad de Dios. Converso con la Virgen, le pido que me comparta la clave de su victoria, le confío mis dificultades, me confío a ella.
CONTEMPLATIO – ¿Cómo reacciono ante las tentaciones de Jesús? ¿Cómo reacciono ante mis tentaciones?
Motivación: Dios no me podría llamar a vencer malas inclinaciones si Jesús no las hubiera padecido y vencido. Contemplo a Jesús triunfante en el desierto
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- 1ª tentación: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. Partiendo del hecho – normal que en alguien sano después de cuarenta días de ayuno sufra el hambre–, la primera tentación es la de utilizar la identidad y el poder en beneficio propio. Jesús la esquiva: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”. Se da esa visión amplia y profunda de la vida, como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria, y se alimenta y centra en la Palabra de Dios: “De esta forma, el hartazgo del hombre por doble degustación en el Paraíso, se diluyó por su indigencia en este mundo” (S. Ireneo de Lyon, AH V,21,2).
- 2ª tentación: no atiende a lo que uno es, tiene o puede, sino por el deseo de tener todo el poder y la gloria del mundo. La tentación de Satanás parte de un punto de vista propio de la mentalidad apocalíptica: el mundo presente es malo, no está en manos de Dios, sino en las suyas; es él quien lo domina y entrega su poder a quien quiere. El ansia de poder y de gloria lo percibimos continuamente (mucho más cuando alguien como Trump quiere ponerse al mundo por sombrero y Putin se frota las manos con sus conquistas). Jesús se niega a ello, citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “Está escrito: al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.
- 3ª tentación: ¿el sensacionalismo de procedimientos extravagantes con promesas de éxito en la actividad apostólica? o tal vez, ¿la tentación de pedir pruebas que corroboren la misión encomendada? Puede que no estemos acostumbrados a ello, pero es algo típico del Antiguo Testamento, recordemos: Moisés (Ex 4,1‑7), Gedeón (Jue 6,36‑40), Saúl (1 Sam 10,2‑5) y Acaz (Is 7,10‑14). Como respuesta a la dificultad, Dios concede al elegido un signo milagroso para su misión. Pero parece deducirse que lo importante es el derecho a pedir una señal que tranquilice y anime a cumplir la tarea.
- Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11‑12 (“a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra”), el tentador propone a Jesús que se sienta en el derecho de arrogarse un signo parecido, una prueba espectacular: tirarse del alero del templo. Jesús lo rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “No tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús confía plenamente en Dios, no quiere signos ni los pide. Su postura supera con mucho incluso la de Moisés.
COLLATIO – Un compartir sencillo
Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.
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- Para ir acabando oramos rezando y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 90): en la Liturgia de las horas (tomo de Cuaresma y Pascua), p. 1345.
ACTIO – Vivir la Palabra
- Jesús antepone a criterios humanos el único criterio auténtico: la obediencia, la conformidad con la voluntad de Dios, fundamento de nuestro ser. También esta es una enseñanza fundamental para nosotros: si llevamos en la mente y en el corazón la Palabra de Dios, si entra en nuestra vida, podemos rechazar todo tipo de engaños del Tentador. Seremos, obraremos y viviremos en verdad, según aquello que Dios tiene pensado regalarnos a cada uno/a.
“Mas al llegar la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, hecho de mujer. No habría sido justamente derrotado el enemigo, a no ser hombre nacido de mujer quien le derrotara. Pues mediante una mujer se había adueñado del hombre, presentándose desde el principio adversario del hombre. Por eso también el Señor se profesaba Hijo del hombre, como quien recapitula en sí al hombre del primordial” (S. Ireneo de Lyon, AH V,21,1)
Oración final – Padre nuestro.
Saludo a la Virgen María: Caminando. Ven, Reina (Colegio Mayor P. José Kentenich). Grabación entre los vídeos adjuntos, texto a continuación:
Caminando, miro al cielo buscando un espacio
donde pueda descansar,
al lugar donde llamaste con tu voz despacio,
aquel día tiempo atrás.
Sopla el viento llevando la voz del que me llama
por mi nombre una vez más.
Pareciera que el silencio grita tu Palabra,
trae ecos de eternidad.
La luz de tu mirar ilumina mi caminar,
dar pasos y confiar por donde quieras que vas.
¡No te detengas, Reina, ven!
Sé tú mi refugio al caer.
Ayúdame a ser instrumento en las manos de Cristo.
Quiero cumplir su querer.
Ven con coronas de fuego y victoria,
ven, Reina, ven con tu poder.
Abrazado a la cruz que enciende mi esperanza
ya siento tu respirar,
en el corazón que late fuerte y sin descanso
por aquellos que vendrán.