El día 2 de agosto de 2018, en Dachau, lugar donde fue martirizado el Bto. Tito Brandsma, el 26 de julio de 1942, ha concluido la peregrinación de nuestros estudiantes carmelitas. El P. General, Fernando Millán Romeral, O.Carm. ha guiado este último día, en el que han podido celebrar la eucaristía en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas, que está dentro de la que fuera el campo de exterminio, y en el que se ha descubierto una placa conmemorativa con la imagen del P. Hilario Januszewsky y P. Tito Brandsma, recordando a todos aquellos carmelitas que entregaron su vida en aquel lugar. Ver en el vídeo adjunto.
El Bto. Tito Brandsma, como recordaba el P. General era muy humano: “En el lenguaje popular se suele aplicar la expresión “es muy humano” a aquella persona que destaca por su sencillez, por su cordialidad, por su cercanía a sus semejantes en los momentos tristes y alegres, por su solidaridad con la persona que tiene al lado. Es una expresión popular, pero que entraña un significado muy profundo: es esa “simpatía” (en el sentido más originario de la palabra), ese “sentir-con”, ese ser capaz de hacer propios los sentimientos de los que tenemos al lado. Son las “entrañas de misericordia” de las que tanto se habla en el Antiguo Testamento, o ese “reír con el que ríe y llorar con el que llora” que utilizaba San Pablo.
Muchos santos de la Iglesia Católica han destacado por su vida de ascetismo o quizás por su capacidad de renuncia, por su observancia ejemplar o por haberse retirado a una vida de oración y soledad, de penitencia y de sacrificio. Pero hay también otra categoría de santos más “cotidianos”, más cercanos a nuestro propio vivir de cada día, más “humanos”… Santos que han sabido amar la vida, las cosas; que han sabido trasmitir a sus semejantes esa sencillez; que han sabido compartir con ellos sus momentos fáciles y difíciles, como señalábamos al principio. Son además personas integradas en la sociedad, comprometidos con ella e ilusionados con poner su granito de arena en esa tarea de construir entre todos un mundo mejor.
A veces se les ha considerado santos “de segunda”. Es un gran error. El que no abundaran en sus vidas los fanatismos, las caras serias ni las excentricidades, o los grandes tratados teológicos; o el que hicieran gala de un buen sentido del humor, no les resta ni un ápice de su “categoría de santos” (valga la expresión). Llegado el momento supieron dar la talla de lo que llevaban dentro, hasta el extremo de dar su vida por aquello en lo que creían”.