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Lectio Divina

 

Salmo 147 - La Palabra se hizo carne (Athenas & Tobías)

 

Bajo tu amparo (Misión país)
31 diciembre, 2024 / Carmelitas
II Domingo de Navidad, el prólogo de san Juan, una propuesta de lectio

Lectio divina – II Domingo después de Navidad (c)

La Palabra: Eclesiástico 24,1-2.8-12; Salmo 147; Efesios 1,3-6.15-18;
Juan 1,1-18

Si 24,1-2.8-12: La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido.
Sal 147,12-13.14-15.19-20: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Ef 1,3-6.15-18: Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos.
Jn 1,1-18: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Ambientación: A la par que se atempera el estallido de gozo inicial por la Navidad, nos percatamos faltan los problemas, en la Iglesia, en el mundo, en la vida familiar y personal. Pero, nuestra esperanza está en Dios, no en el sentido de una religiosidad genérica, o de un fatalismo disfrazado de fe. Confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de modo completo y definitivo su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, su salvación y vida.

El texto con que vamos a hacer la lectio (Jn 1,1-18) merece un acercamiento cuidadoso para evitar las alergias que muchos le tienen, incluso entre religiosos y sacerdotes. Conocido como el “Prólogo de san Juan” es un himno teológicamente cuidadísimo. Solemne –a la manera del lavatorio de los pies (Jn 13) prologando la Pasión–, el Prólogo es como el primer movimiento de toda la sinfonía del Evangelio según san Juan, como su “Puerta” principal. Es la primera cosa que se lee, pero constituye como un resumen y compendio final, que se puso “al principio”. El texto es relativamente largo, puede ayudar proponer diferenciación de algunas partes:

Juan 1,1-5:      La Palabra de Dios es luz para todos los seres humanos
Juan 1,6-8:     Juan Bautista no era la Luz
Juan 1,9-11:    Los suyos no lo han recibido
Juan 1, 12-13: Los que lo reciben llegan a ser hijos de Dios
Juan 1,14:        La Palabra se hizo carne
Juan 1,15-17:  Moisés dio la Ley, Jesús da la Gracia y la Verdad
Juan 1,18:         El único camino y medio para conocer al Padre, el Hijo

 Oración inicial

A la luz de la Navidad, te damos gracias, Padre,
porque nos has dado a tu Hijo, a tu único, para nuestra salvación.
Ven y habita más y más nuestra vida, nuestras comunidades,
nuestros corazones, nuestro mundo.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que quieres decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo,
hecho hombre, nacido pobremente en Belén.

Por la intercesión de la Madre de Dios,
nuestra Madre y Hermana María, te pedimos
que tu Palabra empape toda nuestra vida y se haga carne en nosotros.

Este rato de lectio nos enseñe y colme con toda sabiduría,
y el compartir fraternos nos enriquezca mutuamente,
para crecer en la acción de gracias por tanto bien recibido.

LECTIO  –  ¿Qué dice el texto?Jn 1,1-18

Motivación: Dios no es un “dios relojero” que puso en marcha una máquina y la dejó a su funcionamiento. Dios no sólo es Creador del universo —aspecto común a otras religiones—, sino que es Padre, y llegó al punto inconcebible de enviarnos a su Hijo haciéndose hombre: «El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros» (cf. Jn 1, 14). 

 Propuestas para enmarcar la lectura:

    • El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios fue preparado en el Antiguo Testamento, especialmente donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley de Moisés. La Navidad nos trae más: la gracia y la verdad.
    • En Jesucristo, la Ley de Dios se ha hecho testimonio vivo, escrita en el corazón de un hombre, el del hombre Dios: Jesucristo.
    • Esta es la verdadera razón de toda esperanza humana: la historia tiene sentido, porque en ella «habita», «mora» la Sabiduría de Dios.

Del Evangelio de san Juan (Jn 1,1-18)

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
     éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba;
     el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
     ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

MEDITATIO (RUMINATIO) –  Leemos y releemos (manducamos, rumiamos) el pasaje como para aprenderlo de corazón. ¿Qué me dice el texto?

    • Cuando el evangelista se refiere al “principio” (arché, ἀρχή), la expresión recuerda el primer capítulo del Génesis (bereshit, בְּרֵאשִׁ֖ית). No se refiere al comienzo del mundo, sino al principio absoluto, cuando no existía nada fuera de Dios. ¿Mi absoluto es Dios, o lo relativizo, y mi fe cristiana se reduce a un adorno religioso de mi existencia como podría ser otra fe cualquiera?
    • El texto presenta a Jesús como “Palabra” de Dios personificada: existía y estaba desde siempre junto al Padre y era Dios. Un misterio denso que en griego se dice Logos (Λόγος)”. Una Palabra consistente (realidad Personal), un Verbo en acción, una razón última en la que todo se sostiene. Trasciende infinitamente el mundo y la historia. Es la Palabra creadora y salvadora. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra, y en ella está la Vida y Luz, que ilumina a los hombres. ¿Cómo le dejo que se despliegue en mí?
    • «Carne» (sarx, σάρξ), en general en la Biblia, empieza designando la condición más humilde, débil y corruptible del hombre. El Verbo, al encarnarse, eligió pobreza, humildad, indigencia, obediencia. ¿Empapan mi vida de cada estos aspectos de la encarnación?

ORATIO Converso con Dios a partir de su Palabra, con su Verbo, según su Razón

Motivación: El Señor hecho carne, misterio de asombro y con consecuencias…

    • Alabo la condescendencia de la omnipotencia divina: el Verbo todopoderoso de Dios Padre hecho barro, como Adán…
    • Pido al Señor que vivifique toda «carne» (sarx, σάρξ). Fue su carne la que entregó como Sacramento eucarístico. Le pido que de mi pobreza, debilidad e indigencia haga una ofrenda para la vida del mundo; que me participe el don de entregarme como Él se entregó….
    • Agradezco al Señor no haber desdeñado hacerse «carne de pecado» (Rm 8,3; 2Co 5,21) para extirpar de nuestra carne empecatada el parásito del pecado, que nos arranca la vida.
    • Imploro misericordia para que haga luz y verdad en medio de nuestras tinieblas y engaños, en la falsedad de este mundo que todavía se empeña en el odio y la muerte.
    • Le adoro, simplemente, en la belleza de todo lo que describe el prólogo de san Juan.
    • A María, Madre de Dios, le pido que me enseñe y ayude a encarnar la Palabra de Dios en mi vida.

CONTEMPLATIO –  Podemos repetir varias veces algún versículo del Evangelio que más haya resonado en notros para que vaya entrando a nuestra vida.

Motivación: oración, fraternidad y servicio

    • Me pongo en la piel de María, deja a un lado mis criterios y seguridades, hago silencio y dejo que me ilumine e inunde el Señor.
    • Contemplo a Juan Bautista, figura capital del Adviento. Vino a dar testimonio de Jesús, testimonio de su Luz. Descanso al saberme iluminado por la Luz que nace de lo alto.
    • Contemplo a Jesús como Verbo de Dios –desde siempre junto a Dios– y descanso en que por Él nos viene la gracia y la verdad. Contemplo el don y el plan de salvación del Padre

COLLATIOUn compartir sencillo

    • Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta algo de su oración, de su alabanza a Dios, de su acción de gracias, una súplica confiada…
    • Para ir acabando escuchamos y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 147): en la Liturgia de las horas, p. 334-335.

 ACTIOVivir la Palabra

    • Me dejo mover celebrar en un silencio habitado y profundo, vivo y operativo que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (cf. Jn 1,14). Procuro llevar una mirada contemplativa a la vida cotidiana, alabando a Dios por el desarrollo admirable de su plan de salvación.

 Oración final – Padre nuestro.           Saludo a la Virgen: Bajo tu amparo.

 

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