La Palabra para el próximo domingo, 5º de Cuaresma (c):
Is 43,16-21: Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo.
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Flp 3,8-14: Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte.
Jn 8,1-11: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
Ambientación: Repasemos los domingos de Cuaresma:
El 1º y el 2º común a los tres ciclos (A-Mateo, B-Marcos y C-Lucas) dedicados a las tentaciones de Jesús y a su transfiguración.
El 3º y el 4º nos ponían ya en la exclusividad de los relatos lucanos en un proceso de reconciliación y conversión para los bautizados (entiéndase en una dimensión de catequesis bíblico-litúrgica cuaresmal). Se daba un acercamiento mediante dos enfoques complementarios:
domingo 3º (c) avisando de la posibilidad de un final trágico a los que no se conviertan –como a la viña estéril, cf. Lc 13,1-9–, pero concediendo un año de plazo para evitar la desgracia;
domingo 4º (c) acogiendo al hijo menor, que “se convierte” movido en el fondo por puro egoísmo, e invitando al hijo mayor a que “se convierta” de su último alejamiento por el regreso de su benjamín, y entre en la alegría del Padre.
Este 5º domingo (c) se aleja de Lucas y nos va introduciendo ya en los grandísimos pasajes de Juan, que nos acompañarán hasta Pentecostés. El drama y lugar de la conversión pasa de la relación paterno-filial, a la relación esponsal: ¿qué hay que hacer con una adúltera? Cuidado: no solo con la mujer, pues ella no adultera sola… ¿Qué hace Jesús con los adúlteros?
¿El mejor medio para la conversión? Es un secreto a voces: frecuentar a Jesús.
Oración inicial
Proponemos el canto de la Hna. Nubia Celis (con una versión grabada adjunta y acordes más abajo), “La llevaré al desierto”:
Conozco tu conducta y tu constante esfuerzo,
has sufrido por mi causa sin sucumbir al cansancio,
pero tengo contra ti que has dejado enfriar tu primer amor.
POR ESO, YO LA VOY A SEDUCIR,
LA LLEVARÉ AL DESIERTO
Y ALLÍ HABLARÉ A SU CORAZÓN,
Y ELLA ME RESPONDERÁ
COMO EN LOS DÍAS DE SU JUVENTUD (bis).
No se te llamará jamás “abandonada”,
ni a tu tierra se dirá ya más “la desolada”,
pues, tu Dios se complacerá en ti
y tu tierra será desposada.
Y como joven se casa con doncella
se casará contigo tu Hacedor
y con gozo de esposo por su novia,
se gozará por ti tu Dios.
Yo te desposaré conmigo para siempre,
te desposaré en fidelidad,
en amor y compasión
y tú conocerás a tu Dios.
Ensancha el espacio de tu tienda,
tus clavijas asegura, no te detengas,
pues tus hijos heredarán naciones
y un pueblo de Dios formarás.
LECTIO – ¿Qué dice el texto? – Juan 8,1-11
Motivación: El adulterio. Se trata de un pecado condenado en todas las legislaciones antiguas y en el Decálogo (no cometerás adulterio, cf. Ex 20,14). Del tema ya se habían ocupado los legisladores antiguos.
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- “La ahogamos con el adúltero”: es la respuesta del famoso Código de Hammurabi, rey de Babilonia muerto hacia 1750 aC. En el párrafo 129 dictamina: «Si la esposa de un hombre es sorprendida acostada con otro varón, que los aten y los tiren al agua [al río Éufrates]; si el marido perdona a su esposa la vida, el rey perdonará también la vida a su súbdito». Adviértase que la ley empieza por la mujer, pero los dos merecen la condena a muerte, aunque cabe la posibilidad de que el marido perdone.
Propuestas para enmarcar la lectura:
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- En el Evangelio escribas y los fariseos cuestionan a Jesús qué hacer sólo con la adúltera.
- Si tienen tanto interés en cumplir la Ley de Moisés, al primero que deberían haber traído ante Jesús es al varón con el que la han sorprendido “en flagrante adulterio” (v. 4), pues por él debería comenzar la aplicación de la ley («Si uno encuentra en un pueblo a una joven prometida a otro y se acuesta con ella, los sacarán a los dos a las puertas de la ciudad y los apedrearán hasta que mueran: a la muchacha porque dentro del pueblo no pidió socorro y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo», cf. Dt 22,23-24).
Del Evangelio de san Juan (Jn 8,1-11)
1 Jesús marchó al Monte de los Olivos. 2 Muy de mañana volvió de nuevo al Templo, y todo el pueblo acudía a él; se sentó y se puso a enseñarles.
3 Los escribas y fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y la pusieron en medio.
4 —Maestro —le dijeron—, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 Moisés en la Ley nos mandó lapidar a mujeres así; ¿tú qué dices? 6 —se lo decían tentándole, para tener de qué acusarle.
Pero Jesús, se agachó y se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7 Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
—El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero.
8 Y agachándose otra vez, siguió escribiendo en la tierra. 9 Al oírle, empezaron a marcharse uno tras otro, comenzando por los más viejos, y quedó Jesús solo, y la mujer, de pie, en medio. 10 Jesús se incorporó y le dijo:
—Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
11 —Ninguno, Señor —respondió ella.
Le dijo Jesús:
—Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más.
MEDITATIO (RUMINATIO) – Leemos y releemos, nos podemos dejar abrumar por la hipocresía de unos, la vergüenza de la acusada, la paciencia de Jesús con los hipócritas y su compasión con la adúltera. ¿Qué me dice el texto, qué me revela de mi alianza esponsal-bautismal con Cristo Esposo?
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- Escribas y fariseos piden a Jesús que juzgue a la pecadora: «se lo decían tentándole, para tener de qué acusarle» (v.6). Es decir, buscan abocarle a dar un paso en falso. La escena revienta de dramatismo: de la respuesta de Jesús depende la vida de esa mujer. Pero también su propia vida. De hecho, los acusadores fingen confiar a Jesús el juicio. En el fondo es precisamente contra Él contra quien están intrigando para poder acusarle, juzgar, sentenciar, condenar…
- Escribas y fariseos plantean la cuestión desde un punto de vista legal: «Moisés en la Ley nos mandó…» (v. 5).
- Jesús la enraíza en el plano moral —que sustenta y justifica el legal— apelando así a la conciencia de cada uno: «El que de vosotros esté sin pecado» (v. 7). Dos pájaros de un solo tiro:
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- no viola la Ley,
- evita que se pierda quien Él andaba buscando, porque ha venido a «salvar lo que estaba perdido» (cf. Lc 19,10).
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- Escribas y fariseos van a buscar lana y salen tranquilados. El sobresaliente pecado de escribas y fariseos no es la ignorancia (de la Ley), ni el rigorismo (con la Ley), sino la hipocresía (frente a la Ley). «El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero» (v. 7):
- “¿Cabe sentencia más divina: que castigue el pecado el que esté exento de pecado? ¿Cómo podrían, en efecto, soportar a quien condena los delitos ajenos, mientras defiende los propios? ¿No se condena más bien a sí mismo, quien en otro reprueba lo que él mismo comete?” (S. Ambrosio de Milán, Carta 26, 12: PL 16, 1045)
- Y no solo Jesús «se puso a escribir con el dedo en la tierra» (v. 6), sino que tras su respuesta (v. 7) «siguió escribiendo en la tierra» (v. 8). La insistencia del evangelista deja una pregunta abierta: ¿se puede saber qué estaría escribiendo Jesús agachado en el suelo? Piensa Ambrosio:
- “¿Qué escribía? Probablemente esto: Te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo (Mt 7,3; Lc 6,41). Escribía en el suelo con el dedo, con el mismo dedo que había escrito la ley (Ex 31,18). Los pecadores serán escritos en el polvo (Jr 17,13),los justos en el cielo, como se dijo a los discípulos: Estad alegres porque vuestros nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20)” (S. Ambrosio de Milán, Carta 26, 14: PL 16, 1045)
- Cuando escribas y fariseos se retiran, solo quedan Jesús y la mujer. Un imagen demoledora. Visualicemos la instantánea:
- Jesús aún agachado en tierra (pues se hubo de incorporar, cf. v. 10),
- y la mujer en pie, en el centro (v. 9).
- Nótese que es A LA INVERSA de otra imagen que muchos podríamos tener en la retina:
- Escribas y fariseos van a buscar lana y salen tranquilados. El sobresaliente pecado de escribas y fariseos no es la ignorancia (de la Ley), ni el rigorismo (con la Ley), sino la hipocresía (frente a la Ley). «El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero» (v. 7):
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- La respuesta de Jesús —«El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero» (v. 7)— alude al modo en que se prescribía la lapidación entre los judíos: las primeras piedras tenían que arrojarlas los testigos del delito; después, seguían los miembros de la comunidad, para, según su mentalidad, borrar colectivamente el oprobio que recaía sobre el pueblo (cf. Dt 17, 7).
- Jesús estaba sin pecado, ¿no? ¿Por qué no tiró piedra alguna?
- Jesús se queda con la mujer, los demás se han ido.
- Él no lanza piedra alguna, no borra así el oprobio que recaía sobre el pueblo. Cumple la ley por exceso, más que por ejecución. Aniquila el oprobio que había caído sobre ella, sobre la comunidad, y sobre la humanidad entera por todo el pecado del mundo. Lo toma sobre sí, lo cargará en la cruz.
- A veces se habla de la actitud de Jesús con los pecadores de forma muy ligera, como si acríticamente los abrazase y sin reparo bendijese su forma de vida y conducta. A la mujer no le dice: “No pasa nada, no tiene importancia. Ya sabes, aquí estoy para la próxima vez”.
- Con finura le abre la esperanza de una nueva vida en su porvenir: «en adelante no peques más» (v. 11). Se lo dice por ella misma, por su bien. Para este caso, cambiando el género, se puede evocar el proverbio: «El adúltero es hombre sin juicio, el violador se arruina a sí mismo» (Pr 6,32). Eso es lo que Jesús no quiere para la adúltera ya absuelta, que se arruine a sí misma.
- A pesar de su hipocresía y mala idea, reconozcámosles a escribas y fariseos su inicio de conversión: se van retirando poco a poco, empezando por los más viejos (v. 9). ¿Y nosotros?
- Conocemos el modo de proceder de Jesús. Pero, ¿no nos seguimos considerando buenos? ¿Acaso no tenemos firme el pulso para apedrear (más con palabras hirientes y juicios difamatorios que con piedras) a quienes no nos gustan?
- Y, lo peor, ¡quizás sin que siquiera sean culpables de falta condenable!
- La respuesta de Jesús —«El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero» (v. 7)— alude al modo en que se prescribía la lapidación entre los judíos: las primeras piedras tenían que arrojarlas los testigos del delito; después, seguían los miembros de la comunidad, para, según su mentalidad, borrar colectivamente el oprobio que recaía sobre el pueblo (cf. Dt 17, 7).
ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra
Motivación: Uno podría sentirse identificado, avergonzado por sí mismo desnudo, o por cuenta de quien le ha sido infiel… Me puedo poner en la piel de la mujer, de los escribas, de Jesús… Sea como sea, hago con ello oración.
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- Alabo al Señor por su señorío. No es un estratega de la casuística legal para salirse con la suya. Es Autor y Señor de la Ley, la de la misericordia.
- Doy gracias al Señor por su paciencia, por su magnanimidad, por su temple a prueba de escándalo… Parece apuntar en filigrana el drama de Oseas: “Ve, tómate una mujer dada a la prostitución e hijos de prostitución, porque la tierra se está prostituyendo enteramente, apartándose del Señor” (cf. Os 1,2)
- Me confío y abandono a la insondable misericordia de Dios aún en mis miserias más secretas, en las que más me escondo a mí mismo/a, en las que ni siquiera sería capaz de reconocer cuando me las señalan, de las que busco excusarme con mil justificaciones. ¿En qué soy adúltero/a?
- Suplico la conversión para alcanzar a vivir en fidelidad como hijo/a de Dios en una alianza que se revela esponsal, como entre Cristo y la Iglesia.
- María, Madre de Dios, virgen fiel a su esposo –fiel a José, fiel a su Hijo, fiel a Dios–, exenta de toda culpa, es mediadora de gracia para todo pecador arrepentido: llega a ser fiel, incluso, a los discípulos que traicionaron y negaron a su Hijo, a los pecadores que lo llevaron a la cruz…, fiel a mí.
- El adulterio no consiste solo en un acto sexualmente desordenado fuera del matrimonio. El mismo que dijo «el que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero», afinó mucho más: «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,28). Pido por intercesión de la Virgen que se me haga partícipe de su pureza de corazón. Que la Virgen Purísima interceda para que el Señor purifique los deseos más secretos, ocultos e innombrables que habitan en el corazón de nuestra humanidad, tan a menudo depravada y decadente:
- Señor, concédeme, la conversión en mis obras, pues «no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero» (cf. Rm 7, 19-24). Y, eso que aún sobre mis obras, puedo tener cierto gobierno…
- Pero, ¿cómo gobernaré mis deseos? Brotan antes, incluso, de que sea capaz de reconocerlos. ¿Cómo haré obraré rectamente, si mis deseos —más o menos inconscientes— no son buenos? «El corazón del hombre, ¿hay algo más retorcido?, ¿quién lo entenderá?» (cf. Jr 17, 9); «acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre» (cf. Sal 130, 2)
CONTEMPLATIO – Página tristemente tan actual y a la orden del día…
Motivación: Entre humanos tenemos dificultad para armonizar justicia y misericordia.
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- Jesús, por tanto, es el «Legislador divino», es la Justicia en persona. Y es también el Compasivo, la Misericordia misma, en persona. En Dios, esos atributos son diferencias de razón: es uno y lo mismo.
- Adoro, junto con la mujer acusada, a Jesús. Puedo ponerme con ella en pie y ver a Jesús postrado a causa de ella, en el suelo. Contemplémoslo. ¿Qué hubo en aquel silencio, tal vez en aquel leve murmullo mientras los portadores de piedras iban desfilando….?
- Así como la verdadera paz no es solo la ausencia de guerra, la fidelidad de María no es estática. Borremos de nuestro imaginario esa figura de María como mujer inocentona que no sabe disfrutar de la vida. Su fidelidad es dinámica, creciente en deseo, en intensidad, en amor, en entrega. Le pido que me la comparta. Adoro, junto con María, a Dios.
COLLATIO – Un compartir sencillo
Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, o su petición de perdón, u ofrecer los deseos en que necesita purificación…
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- Para ir acabando oramos rezando y / o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 125): en la Liturgia de las horas, p. 1198.
- El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres (J. Cortez): Salmo 125. (Acordes más abajo)
ACTIO – Vivir la Palabra
Los acusadores «empezaron a marcharse uno tras otro, comenzando por los más viejos» (v. 9), y Jesús orienta a la mujer al camino del bien. Dios sólo desea para cada uno el bien, la verdad y la vida.
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- ¿Y si aprendemos del Señor Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo?
- Aprendamos nosotros mismos a no hacer la mínima concesión al pecado —¡comenzando por el nuestro!, pongamos ahí el rigor—
- y emulemos la indulgencia de Jesús con toda persona: adúlteros y pecadores todos incluidos.
- ¿Y si aprendemos del Señor Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo?
Oración final – Padre nuestro.
Saludo a la Virgen María: Ven del Líbano, esposa.