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Lectio Divina

 

El viñador (C. Gabaráin)

 

Salmo 102 - El Señor es bondadoso y compasivo

 

Flor del Carmelo
18 marzo, 2025 / Carmelitas
Lucas 13,1-9, una propuesta de lectio

La Palabra para el próximo domingo, 3º de Cuaresma (c):

 Ex 3,1-8a.13-15: «Yo soy» me envía a vosotros.
Sal 102, 102, 1b-2. 3-4. 6-7. 8 y 11: El Señor es compasivo y misericordioso. [R/.: 8a])
1Co 10,1-6.10-12: La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
Lc 13,1-9: Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Ambientación: La Cuaresma empieza con dos domingos de temática común para los años A (Mateo), B (Marcos) y C (Lucas), con sendas narraciones de las tentaciones de Jesús en el desierto (I domingo) y la transfiguración (II domingo). A partir del III domingo de Cuaresma inicia en el ciclo A lo que en la antigüedad fue el camino de iniciación cristiana inmediata para los catecúmenos que se iban a bautizar en Pascua. Con la reforma del Vaticano II, se amplió ese itinerario con los ciclos B y C. Para el año B, se propone un itinerario de crecimiento y fortalecimiento de la vida cristiana. En el presente año C, la Iglesia –muy sabia– conoce que los bautizados necesitamos penitencia, conversión y reconciliación, y ofrece con el Evangelio de Lucas ese itinerario para lo que nos queda de Cuaresma.

El evangelio de hoy es propio y único de Lucas. No tiene en su conjunto una correspondencia paralela en Mateo y / o en Marcos, aunque parcialmente, la higuera sí la tenga. Lucas retrata al Maestro enseñando. Jesús se servía de los sucesos del momento para predicar. ¿Con qué sucesos y qué objeto sobre sucesos “catastróficos” va a enseñarnos hoy?

Oración inicial  – Canto – El viñador

Por los caminos sedientos de luz
levantándose antes que el sol
hacia los campos que lejos están
muy temprano se va el viñador.

No se detiene en su caminar,
no le asusta la sed ni el calor.
Hay una viña que quiere cuidar,
una viña que es todo su amor.

Dios es tu amigo, el viñador,
el que te cuida de sol a sol.
Dios es tu amigo, el viñador;
el que te pide frutos de amor.

Él te protege con un valladar
levantado en tu derredor;
quita del alma las piedras del mal
y ha elegido la cepa mejor.

Limpia los surcos con todo su afán
y los riega con sangre y sudor.
Dime si puede hacer algo más
por su viña, el viñador.

Dios es tu amigo, el viñador

Por los caminos sedientos de luz
levantándose antes que el sol
hacia los campos que lejos están,
muy temprano se va el viñador.

Solo racimos de amargo sabor
ha encontrado en tu corazón.
Dime si puede esperar algo más
De su viña, el viñador.

Dios es tu amigo el viñador…

LECTIO  –  ¿Qué dice el texto? – Lucas 13,1-9

Motivación: Lucas concentra hoy todo su enfoque sobre un único tema en el magisterio cotidiano de Jesús: la conversión.

 Propuestas para enmarcar la lectura:

      • El relato de Lucas parece plantear posibles maneras de morir…
      • Todo comienza con el aparente deseo de informar a Jesús –galileo de adopción, por cierto– de lo que ha hecho el procurador romano a otros galileos: matarlos mientras ofrecían sacrificios en el templo (v. 1).
      • No deja de ser una astuta provocación, para ver cómo reacciona este rabbí que se empeña en la misericordia con los pecadores…
      • Jesús no se dejar caer en la trampa y reorienta la cuestión: no se trata de buscar culpables personales que serían indignos del perdón de Dios, ¿a quién habría que culpar del derrumbe de una torre (v. 4), de un desastre natural…?, ¿acaso acabaríamos culpando al mismo Dios?

Flavio Josefo no informa directamente de este hecho, pero sí de una matanza ordenada para reprimir una revuelta contra el uso del tesoro del templo para construir un acueducto (Guerra de los Judíos, de Antiquitatibus ac de bello Judaico, liber II, 175-177). Hoy no nos consta información extrabíblica histórica sobre el hecho del derrumbe de la torre de Siloé.

      • Jesús insiste: «Si no os convertís, todos pereceréis lo mismo (ὁμοίως ἀπολεῖσθε)» (vv. 3.5), y propone una parábola (vv. 6-9). ¡Cuidado!, no debe interpretarse de forma equivocada. No supone que Dios vaya a caer sobre nosotros como una torre, ni que vaya a enviarnos ángeles cabalgando y apuntando con espadas desenvainadas a nuestras yugulares. La parabolita revela el modo de proceder divino: como el de un agricultor…

Del Evangelio de san Lucas (Lc 13,1-9)

Estaban presentes en aquel momento unos que le contaban lo de los galileos, cuya sangre mezcló Pilato con la de sus sacrificios. Y en respuesta les dijo:

—¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que todos los galileos, porque padecieron tales cosas? No, os lo aseguro; pero si no os convertís, todos pereceréis lo mismoO aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que vivían en Jerusalén? No, os lo aseguro; pero si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.

Les decía esta parábola:

—Un hombre tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar en ella fruto y no lo encontró. Entonces le dijo al viñador: «Mira, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera sin encontrarlo; córtala, ¿para qué va a ocupar terreno en balde?» Pero él le respondió: «Señor, déjala también este año hasta que cave a su alrededor y eche estiércol, por si produce fruto; si no, ya la cortarás».

MEDITATIO (RUMINATIO) –  Leemos y releemos, nos dejamos… ¿inquietar, tal vez indignar, o quizás sorprender, o confundir…? ¿Qué me dice el texto, qué me revela del Señor?, ¿en qué me concierne?

    • Una conclusión tan fácil como equivocada: considerar el mal como un efecto del castigo divino. Jesús presenta la imagen verdadera de Dios: es bueno y no puede querer el mal. Pone en guardia sobre pensar que la causa de las desventuras sea el efecto inmediato de las culpas personales de quien las sufre. Por eso, pregunta y sentencia: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13, 2-3).
    • Jesús ofrece una lectura muy distinta de esos mismos hechos. Los sitúa en la perspectiva de la conversión: los acontecimientos lamentables y luctuosos, no han de suscitar en nosotros curiosidad malsana, o el señalamiento de chivos expiatorios (presuntos culpables: “…la culpa es de Mazón…”), sino que, cuando lleguen, deben ser ocasión para vencer la ilusión de poder vivir sin Dios, para fortalecer nuestro compromiso bautismal de reorientar la vida cada vez más profundamente a Dios. No faltará su ayuda (v. 8).
    • Jesús dirá en otro lugar: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra» (cf. Jn 8,7). Frente al pecado, revela a un Dios Padre lleno de misericordia y no deja de exhortar a los pecadores para que eviten el mal, se conviertan dando fruto, ayuden concretamente al prójimo en situación de necesidad, y no vayan al encuentro de una muerte, que en último término, se hará eterna.
    • En presencia de sufrimientos y tristísimos lutos (catástrofes…), la única sabiduría es dejarse interpelar por la precariedad de la existencia, leer la historia humana con los ojos de Dios, que quiere siempre y solamente el bien de sus hijos, aunque por designios inescrutables de su amor, a veces permita que se vean probados por el dolor, a veces hasta la muerte. El mismo Jesús lo hubo experimentar en su propia carne.
    • La parábola de la higuera (vv. 6-9) es una glosa del último versículo del pasaje alrededor del asesinato de los galileos y el derrumbe de la torre (13,1-5): la necesidad de convertirse para no perecer definitivamente. En el trasfondo de la parábola puede verse que Jesús es el viñador (v. 7) con el que Dios le da una última oportunidad a su pueblo (vv. 8-9). Esta parábola es una advertencia para navegantes: Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 33,11). La “conversión” no se reduce a un piadoso discurso para este tiempo litúrgico. Requiere obras que la concreten, conductas que la hagan creíble, comportamientos que la ratifiquen en la “vida”.

ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra

Motivación: En particular el dueño de la viña se perfila realista, sensato, paciente.

    • Alabo al Señor por su realismo: no se deja engañar. La higuera lleva tres años sin dar fruto. Podemos engañarnos a nosotros mismos imaginándonos que damos fruto; al Señor, no le engañamos. Alabo su señorío, no se deja encolerizar por mi torpeza.
    • Doy gracias al Señor por su sensatez: no me pide ningún imposible. Solo espera lo propio, que dé naturalmente, lo que corresponde al ser que Él mismo me ha dado. De la higuera espera higos, no plátanos ni melones. Me ha hecho hijo/a suyo, espera las obras de un hijo, de una hija de Dios. Él conoce mis circunstancias, no espera nada que esté fuera de mi alcance.
    • Suplico la conversión para no poner a prueba su paciencia… Ha esperado ya tres años, y todavía me concede uno más. ¡Este es el día de la gracia, éste es el tiempo de la salvación!
    • Me confío y abandono a la labor de Jesús. El gran protagonista, más que el dueño de la viña, parece ser el labriego, el viñador, el que intercede por la higuera y se compromete a cavarla y echarle estiércol. Si la higuera somos cada uno de nosotros, el viñador es Jesús. La higuera no ha de producir fruto por sí sola. Jesús sabe, quiere y puede llevarla a dar fruto. Y yo, ¿le dejo? Me confío a sus manos, cedo en mis resistencias acoger que su azadón –su cruz– abra mi tierra reseca:

Y como la otra figura
del pueblo comparado a la higuera (cf. Mt 21,19)
cuando se le pidió fruto
no ofreció las primicias

no me maldigas como a él,
aunque me parezco al árbol estéril,
no vaya a ser que el follaje de la fe
no quede seco con el fruto de mis [malas / inexistentes] obras.

Mas, fíjame en el bien,
como sarmiento a la vid santa,
del que cuida tu Padre celeste (cf. Jn 15,2)
y que el Espíritu hace fructificar por el crecimiento.

Y el árbol que soy, estéril de frutos dulces
pero fecundo en frutos amargos,
no lo arranques de tu viñedo,
sino cámbialo, cavando en el estiércol.

(San Nersès Šnorhali «el gracioso», Himno “Jesús, Hijo único del Padre”, §677-679, cf. SCh 203,171)

    • María. En algunos textos del Antiguo Testamento, la higuera simboliza a Israel (Jr 8,13: Os 9,10), el pueblo de Dios llamado a dar frutos. ¿Los dio? También la viña (v. 6) es una imagen frecuente para simbolizar a Israel (Is 3,14; 5,7; Jr 12,10; etc.). La higuera que no da frutos, a decir de los otros dos evangelios sinópticos (Mt 21,18-22; Mc 11,12-25), simbolizaría el Templo: llamado a dar fruto, pero se había quedado estéril. María, en especial en el Carmelo, es la viña florida que ha dado el más rico y bello fruto. Le pido su intercesión de hermana y madre, virgen fecunda, para que abone mi vida y así alcance a traer fruto.

CONTEMPLATIO Harto que contemplar -si somos honestos- en esta higuera seca…

Motivación: En particular en este pasaje no hay acusación de pecado, en el sentido de un mal obrar, o de una transgresión, sino que se trata de la más común de nuestras carencias: la falta de fruto, la omisión, la indiferencia, la indolencia, la mediocridad, el apoltronamiento, la instalación, del refugio en la excusa de cierto victimismo…

    • Adoro, a Jesús, viñador tenaz que se empeña en mi cepa, labriego compasivo incondicional que no ahorra esfuerzos, y con Él adoro al Padre que se deja conmover por la piedad de su Hijo para conmigo…
    • Renuevo mi alianza con Dios. Señor, no permitas que te tome a la ligera. Si no me dispongo a dar fruto, Jesús no te culparé de no haber cavado y trabajado… ¡Hágase en mí, según tu Palabra!

COLLATIOUn compartir sencillo

 Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.

    • Para ir acabando oramos rezando y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 102): en la Liturgia de las horas (tomo de Cuaresma y Pascua), p. 1289.
    • Podemos escuchar la grabación: El Señor es bondadoso y compasivo (Athenas & Tobías)

ACTIO – Vivir la Palabra

    • Jesús explica dos desgracias (vv. 1.4) sin atribuirlas a los pecados de quienes murieron —como se pensaba comúnmente en aquel entonces—, sino como llamada a la conversión. Todo es signo del Señor y, por tanto, ocasión para volver a Dios:

«Recorramos todas las etapas de la historia
y veremos cómo en cualquier época
el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse
a todos los que han querido convertirse a Él»

(S. Clemente Romano, Ad Corinthios VII,5. Cf. Ruiz Bueno, D. (ed), Padres apostólicos, 183).

Oración final – Padre nuestro.

Saludo a la Virgen María: Flor del Carmelo (versión andina)

Flor del Carmelo,
Viña florida,
Esplendor del cielo,
Virgen fecunda
y singular
. ¡Ah____!

Oh Madre tierna,
intacta de hombre,
a los carmelitas
proteja tu nombre,
Estrella del mar.

 

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