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Lectio Divina

 

Salmo 137 (Nany y Trish)

 

Salmo 137 (Pedro Rubalcava)

 

Dijiste sí (D. LuisPo)
4 febrero, 2025 / Carmelitas
Lucas 5,1-11 – una propuesta de lectio

La Palabra para el domingo V:

 Is 6,1-2a.3-8: Aquí estoy, mándame.
Sal 137,1-2a.2bc-3.4-5.7c-8 [R/: 1d]: Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
1Co 15,1-11: Predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
Lc 5,1-11: Dejándolo todo, lo siguieron.

Ambientación: el Evangelio para nuestra lectio — después del fracaso en Nazaret sobre el cual propusimos la lectio de la semana pasada–, la liturgia dominical omite algunos episodios y llega a “la vocación de los primeros discípulos”, aunque el relato de Lucas podría titularse, con más razón, “La vocación de Pedro” (cf. vv. 3.4.5.8.10).

Esta escena se prestaría bellísimamente a una lectio sinóptica: san Lucas presenta el relato de la llamada de los primeros discípulos, con una versión muy original respecto a los otros dos sinópticos: Mateo y Marcos (cf. Mt 4, 18-25; Mc 1, 16-20; Jn 1,35-51). Para mejor comprender el relato de Lucas convendría, al menos, recordar la sencillez, brevedad y casi trivialidad con que lo narraba el de Marcos.

Oración inicial

Señor, tú eres bueno y haces el bien,
dijiiste: “Sea la luz”, y la luz fue,
y así, un día y otro,
hasta cinco y seis
y todo era bueno.
Dijiste también: “hagamos al hombre”
y todo fue muy bueno.

Abre el oído de mi corazón, Señor,
no quede yo sordo a tu Palabra.
Déjame escuchar tu voz.
Oigo el murmullo,
¡ay, cómo me cuesta soltar amarras!
o me fastidia zarpar a la alta mar,
ya pasé la noche y… ¡nada!

Me tienta la orilla,
porque es pequeña mi barca
escasas mis fuerzas
para cruzar las aguas.
¿No podré ser yo tu amigo
si me quedo tumbado en la playa?

Ven a mi bote, Jesús,
y corta las sogas que me atan.
¡Grítame fuerte!,
que eche de nuevo las redes,
y lo haré, Señor, en tu bendita Palabra.

LECTIO  –  ¿Qué dice el texto? – Lucas 5,1-11

Motivación: Los cuatro evangelios informan que la llamada discipular tuvo lugar en los inicios de la “vida pública” de Jesús, recuerdan la voz apremiante de Cristo y la respuesta inmediata de ellos.

Mateo y Marcos colocan ese llamamiento como primer acto del ministerio de Jesús, subrayando así la identificación de los discípulos con su maestro;

Lucas, en cambio, lo hace preceder de un breve ministerio de Jesús en Cafarnaún y de un cierto trato entre el Señor y estos Apóstoles.
La llamada vocacional está precedida por la enseñanza de Jesús a la multitud y por una pesca milagrosa, realizada por voluntad del Señor (Lc 5, 1-6).

 Propuestas para enmarcar la lectura:

    • la muchedumbre se agolpa en la orilla del lago de Genesaret para escuchar a Jesús, Él ve a Simón desanimado por no haber pescado nada durante toda la noche.
    • Jesús pide a Pedro subir a su barca para predicar a la gente, ya que estaba a poca distancia de la orilla, y al fin y al cabo, la tenía vacía, no había pescado nada.
    • ¿Qué haría, pensaría, diría Pedro? ¿Cómo se sentiría tras su noche desafortunada ante aquel predicador itinerante que provocaba fascinación?
    • Pedro debió admitir la petición…

Del Evangelio de san Lucas (Lc 5,1-11)

Estaba Jesús junto al lago de Genesaret y la multitud se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago; los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. Entonces, subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que la apartase un poco de tierra. Y, sentado, enseñaba a la multitud desde la barca.

Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:

—Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.

Simón le contestó:

—Maestro, hemos estado bregando durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero sobre tu palabra echaré las redes.

Lo hicieron y recogieron gran cantidad de peces. Tantos, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran y les ayudasen. Vinieron, y llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían. Cuando lo vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:

—Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.

Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos estaban con él, por la gran cantidad de peces que habían pescado. 10 Lo mismo sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón:

—No temas; desde ahora serán hombres los que pescarás.

11 Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron.

MEDITATIO (RUMINATIO) –  Leemos y releemos (manducamos, rumiamos) el pasaje como para aprenderlo de corazón. ¿Qué me dice el texto?

    • Terminada su predicación, Jesús le pide que se dirija mar adentro con sus compañeros y que eche las redes (cf. v. 5)
    • Simón obedece, y pescan una cantidad increíble de peces (cf. v. 6). Los primeros discípulos siguieron a Jesús confiando en Él, apoyándose en su Palabra, acompañada también por signos
    • Antes de este signo, Simón se dirige a Jesús llamándole «Maestro» (v. 5), y después le llama «Señor» (v. 7).
    • Pedro era pescador antes de ser apóstol. Tras haber sido llamado a ser apóstol, Pedro pescador sigue. Misma profesión antes y después. ¿Qué ha cam­biado entonces? Y yo, ¿he cambiado?
    • El texto se presta a interiorizar la llamada a la vida consagrada y la vocación del sacerdocio. Toda vocación es obra de Dios.
    • ¿Quién es autor de su propia vocación? Más bien, intentamos dar respuesta a la propuesta divina, si no queremos un fracaso estrepitoso, sin pesca ninguna.
    • La debilidad, incompetencia, ignorancia humanas no son obstáculo cuando Dios llama.
    • Basta tener confianza en su fuerza, que actúa precisamente en nuestra pobreza
    • Se trata de confiar ilimitadamente en el poder de su misericordia, que transforma y renueva

ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra

Motivación: El Señor no pierde el tiempo, va al grano, con poderío; Simón Pedro se arremanga, y yo…

    • Alabo al Señor, por su poderío, por su señorío, por la potencia eficaz de su Palabra…
    • Pido al Señor que me conceda crecer en confianza en Él, que me revele mis pobrezas y me abra a entregárselas a Él para que haga maravillas con ellas.
    • Agradezco su llamada, sin absolutamente ningún merecimiento de mi parte…
    • Pido perdón por mis desánimos, mis derrotismos, mis tristezas encerradas en mí mismo
    • Pido el don de la conversión en mis victimismos, narcisismos egocentrados, mi afán de éxito y protagonismo…
    • Le adoro, por su condescendencia con tantos hombres y mujeres en quienes a lo largo de la historia ha hecho tantísimas y tan enormes maravillas…, hasta querer incluirme a mí en esa cadena de discípulos en la Iglesia
    • Me dejo contagiar de su indestructible confianza que el Reino sale adelante, que el hombre renace nuevo tras gestarlo en las aguas del seno materno de la Iglesia…
    • A María, hecha Madre nuestra al pie de la cruz, le confío mi vocación, mi misión, mis dificultades y necesidades, mis tristezas y mis gozos, y le ruego que interceda para sacar lo mejor que hay en mí y que tire por la borda al fondo del mar lo que impide que siga con paso presto a su Hijo, el Señor.

CONTEMPLATIO ¿Cómo reacción tomo yo ante el desafío que me plantea Señor? ¿A qué me mueve el texto?

Motivación: oración, fraternidad y servicio

    • La pesca remite a nuestra misión: «Dos veces los discípulos se pusieron a pescar por orden del Señor: una vez antes de la pasión y otra después de la resurrección. En las dos pescas está representada toda la Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible de enumerar, que comprende a los buenos y a los malos; después de la resurrección comprenderá sólo a los buenos» (cf. S. Agustín, Discurso248, 1).
    • La experiencia de Pedro es representativa de la llamada de todo apóstol del Evangelio, no debe desanimarse al anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo.
    • Con la ayuda materna de María, y en el espíritu de Elías, renovemos nuestra disponibilidad a seguir a Jesús, Maestro y Señor, y a ser sus testigos en la Iglesia y en el mundo.

 COLLATIOUn compartir sencillo

Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.

    • Para ir acabando escuchamos y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 137): en la Liturgia de las horas, p. 1031.

 ACTIOVivir la Palabra

    • Confiemos en la intercesión de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Ella, fue más consciente que nadie de su pequeñez, y respondió a la llamada del Señor con total entrega: «Aquí estoy, aquí está la esclava del Señor» (cf. 1ª lectura de la misa, Is 6,8: «Aquí estoy, mándame»). Ninguna respuesta en toda la historia ha sido tan fecunda.

 Oración final – Padre nuestro.

Saludo a la Virgen María: Dijiste sí (D. LuisPo).

 

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