La Palabra para el domingo:
1Sam 26,2.7-9.12-13.22-23: El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero no he querido extender la mano
Sal 102,1-2.3-4.8.10.12-13: El Señor es compasivo y misericordioso. [R/.: 8a]
1Cor 15,45-49: Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial
Lc 6,27-38: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso
Ambientación: Hasta ahora en lo que va de año litúrgico, Lucas nos ha ofrecido una intervención de Jesús en la sinagoga de Nazaret (que le enfrentó con su auditorio hasta provocar el deseo de matarlo) y la primera parte del “sermón de la llanura” sobre el que hicimos la lectio y escuchamos en misa el domingo pasado (domingo 6º, las bienaventuranzas y los “ayes”). Hoy proseguimos con la segunda parte: una de las expresiones más típicas y fuertes de la predicación de Jesús, ¡un bombazo!: «Amad a vuestros enemigos» (Lc 6, 27)
Oración inicial
Tú conoces, Señor, nuestra torpeza para amar…
A menudo queremos ganar
ser el primero o la primera en todo,
pero, ¡qué curioso!… no a la hora de perdonar.
Necesitamos –es verdad– tanta ayuda,
y creemos que se nos debe por adquirido derecho,
pero, ¡ay!… ¡ay, cuando nos toca ayudar!…
Tú que te has dejado entregar por nosotros,
sana nuestra carencia de entrega,
y concédenos un corazón misericordioso.
Derrama tu Luz sobre nosotros,
ahora que nos disponemos a orar,
con tu Palabra y con tu Espíritu
por caminos de verdad.
LECTIO – ¿Qué dice el texto? – Lucas 6,27-38
Motivación: En la primera parte del “sermón de la llanura” (semana pasada), Jesús distinguía dos grupos: pobres (y despreciados) frente a ricos (y ¿estimados?). Los primeros con bienaventuranza; los segundos… con ¡ay! Ay, los segundos… Pero aquí, en la tierra, ¿cómo deben relacionarse unos y otros? ¿Revuelta de los pobres contra los ricos? ¿Pueden al menos maldecir los primeros a los segundos, o llamarles cualquier cosa menos “guapos”? Con tales recetas se podrían citar algunos salmos, textos proféticos, y la práctica contemporánea de la comunidad de Qumrán.
Propuestas para enmarcar la lectura:
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- A Lucas le inunda la instrucción de Jesús, su Espíritu, arde por transmitirlos…
- …Puesta a continuación de las bienaventuranzas, la enseñanza que sigue bien puede considerarse el núcleo del mensaje del Maestro: amor y misericordia…
- … no solo a nivel de conceptos, teorías, o sensiblería romántica…
- … sino como el modo de vivir propio de sus discípulos, la actitud cotidiana, llevada en especial, en los momentos de tensión, hasta el perdón. Jesús a lo largo de su vida no dejó de dar ejemplo de ello, hasta en la cruz (cfr 23,34), muriendo en favor de los que le odiaban.
Del Evangelio de san Lucas (Lc 6,27-38)
27 Pero a vosotros que me escucháis os digo:
amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; 28 bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os calumnian. 29 Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite el manto no le niegues tampoco la túnica. 30 Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. 31 Como queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo de igual manera con ellos.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores aman a quienes les aman. 33 Y si hacéis el bien a quienes os hacen el bien, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto. 35 Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada por ello; y será grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y con los malos. 36 Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
37 No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados; 38 dad y se os dará; echarán en vuestro regazo una buena medida, apretada, colmada, rebosante: porque con la misma medida con que midáis se os medirá.
MEDITATIO (RUMINATIO) – Leemos y releemos (degustamos, saboreamos) el pasaje, dulce en la boca, tal vez amargo en las entrañas. Se trata de desenmascarar al hombre viejo que llevamos dentro y que impide la libertad del nuevo. ¿Qué me dice el texto, cómo me sacude, en qué?
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- Jesús se dirige a “vosotros que me escucháis”, a sus discípulos, entre los cuales ¿estoy yo?
- Difícil ser más duro y exigente al empezar… ¿Qué me dice ante los sentimientos y palabras adversos?
- ¿Qué me dice ante las acciones que se me hacen y las que yo soy llamado a poner?
- El texto pasa de dirigirse a “vosotros” a particularizarse también en el explícito “tú”. Lo que pide afrontar ahora no son ya sentimientos adversos (odio) o palabras hirientes (maldiciones, injurias), sino acciones concretas que se sufren, y a las que se responde…
- La regla de oro: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Se pide algo más que sólo no hacer daño, o dejar de hacer daño (ese sería solo el primer paso de conversión):
- se pide tratar bien a cualquiera, a todo hijo de… vecino. ¿Te sientes bien tratado? ¿Cómo te gustaría que se te tratara?
- Y tú, ¿cómo tratas al prójimo? ¿Cómo crees que los que te rodean se sienten tratados por ti? ¿Cómo piensas que les gustaría que tú les trataras?
- Lucas es consciente de que Jesús pide algo muy difícil. Por eso añade tres motivos que pueden ayudarnos a actuar de ese modo:
- Jesús se dirige a “vosotros que me escucháis”, a sus discípulos, entre los cuales ¿estoy yo?
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- Si el cristiano no supera la conducta de los pecadores, no es tan cristiano como piensa (vv.32-34).
- El premio. Se trata de aprender con el premio a ser hijos del Dios, “hijo del Altísimo” (v. 23.35).
- Un buen hijo (un hijo legal y leal), refleja los rasgos de su padre (v. 36).
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- La primera parte comenzó con cuatro órdenes (amad, haced bien, bendecid, rezad). Luego encontramos dos prohibiciones (no juzguéis, no condenéis, v. 37) y dos mandatos (perdonad, dad, vv.37-38). En función de lo que hagamos, eso mismo, será lo que haga Dios con cada uno…
ORATIO – Converso con el Señor a partir de su Palabra
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- Alabo al Señor, por su coherencia sin fisuras, por la enjundia de su vitalidad…
- Pido al Señor que me llene de su misericordia…
- … se la agradezco, porque la ha derramado sobre mí, ¿a caso mereciéndola yo?…
- … pido que la siga derramando sobre mí, sobre los que no he amado y debería haber amado, sobre los que ni siquiera he querido abrirme a amar, sobre los que he ofendido o lastimado, y ni siquiera les he pedido perdón
- Pido el don de la conversión para no seguir viviendo como un déspota, despreciando o hiriendo al prójimo…
- Le adoro, porque solo Él es Dios, mi Padre, misericordioso conmigo, con todos, con los que yo no soy capaz ni de saludar, y me alegro de que Él sea así…
- Me dejo contagiar y embriagar por el ejemplo de su compasión…
- A María, que acogió como Madre compasiva a los que traicionaron y renegaron de su Hijo, le pido que cuide de mí, y que me enseñe a perdonar a los que mi hirieron, o que me ayude a cuidar de los que yo mismo herí. Diría la santa Madre Teresa de Calcuta: “love until it hurts” (amor, hasta que me duela; o si se prefiere: ama hasta que te hiera amar)
CONTEMPLATIO – ¿Cómo reacciono a la llamada de Jesús? ¿A qué me mueve el texto?
Motivación: ¿Cómo puede Jesús pedir amar a los propios enemigos, o sea, un amor que excede la capacidad humana?
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- La chartamagna de la no violencia cristiana no consiste en rendirse ante el mal —según una falsa interpretación de «presentar la otra mejilla» (cf. Lc 6, 29)—, sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12, 17-21), rompiendo así la cadena de la injusticia.
- En realidad, la propuesta de Cristo es rematadamente realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad.
- ¡Ven «plus» de Dios! Derrámate sobre nosotros, misericordia divina, tú que te has hecho carne en Jesús y eres la única que puede «desequilibrar» el mundo del mal hacia el bien, a partir del pequeño y decisivo «mundo» que es mi corazón, el corazón de cada hombre, de cada mujer de este mundo….
- La no-violencia que Gandhi haría suya al ver que los cristianos vivíamos de espaldas al Evangelio, no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. Como Jesús en la hora de su Pasión…
- «Todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla. (…) Oh hombre, ¿cómo te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él PRACTICARLA en este mundo. (…) Existe, pues, una misericordia terrena y humana, y una celestial y divina. ¿Cuál es la misericordia humana? La que consiste en atender a las miserias de los pobres. ¿Cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que consiste en el perdón de los pecados. Todo lo que da la misericordia humana en este tiempo de peregrinación se lo devuelve después la misericordia divina en la patria definitiva. Dios en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo Él mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios, que se digna dar en el cielo, quiere recibir en la tierra» (cf. S. Cesáreo de Arlés, Sermones 25,1).
COLLATIO – Un compartir sencillo
Tras un breve tiempo de oración, si alguno lo desea, puede compartir en voz alta su oración, con su alabanza a Dios, su acción de gracias o una súplica confiada.
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- Para ir acabando escuchamos y/o nos unimos al canto del salmo que se proclamará el domingo (Salmo 102): en la Liturgia de las horas, p. 1034.
ACTIO – Vivir la Palabra
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- El “amor” no se prescribe en sentido afectivo (como el amor entre los esposos, o entre padres e hijos), sino en el sentido operativo de “hacer el bien”, en la práctica de una actuación recta. El ejemplo paradigmático que pone Lucas: Jesús curando la oreja del soldado y siervo del sumo sacerdote al cual había herido uno de los discípulos cuando el beso de Judas (cf. Lc 23,49-51).
Oración final – Padre nuestro.
Saludo a la Virgen María: Ven y reina, Madre de Dios (Canto católico).