Los días 7 al 13 de octubre, el P. Desiderio García, O.Carm. nos ha visitado y ha impartido un cursillo a los novicios del Convento de san Andrés, en Salamanca. El tema ha sido el carisma carmelita: “contemplación y transformación”. A lo largo de la semana han podido releer conjuntamente los documentos de nuestra Orden, en especial la RIVC 2013 (Ratio Institutionis Vitae Carmelitanae), a la luz de la tradición carmelita y sus principales escritores y autoridades. Seis elementos son importantes al hablar de nuestro carisma, cuando se aproxima uno a leer este documento importante para la formación en el Carmelo: contemplación, transformación, discernimiento, oración, fraternidad y servicio en medio del pueblo.
“La contemplación constituye el viaje interior del carmelita proveniente de la libre iniciativa de Dios que lo toca y lo transforma hacia la unidad de amor con Él, elevándolo a poder gozar gratuitamente de ser amado por Dios y vivir en su presencia amorosa. Esta es un experiencia transformante del amor de Dios que nos sobrepasa. Este amor nos vacía de nuestros modos humanos limitados e imperfectos de pensar, amar y obrar, y los transforma en “modos divinos”, y nos habilita “no sólo después de la muerte, sino también en esta vida mortal, para saborear en el corazón y experimentar en el alma el poder de la presencia divina y la dulzura de la gloria celeste.
La dimensión contemplativa no es sólo uno de los elementos del carisma (oración, fraternidad y servicio), sino que es el elemento dinámico que los unifica a todos.
En la oración nos abrimos a la acción e Dios, que nos transforma gradualmente a través de todos los sucesos, grandes y pequeños, de nuestra vida. Este proceso de transformación nos hace capaces de instaurar y mantener relaciones fraternas auténticas, disponibles al servicio, a la compasión, a la solidaridad, capaces de presentar al Padre los deseos, las angustias, las esperanzas y los gritos de los hombres.
La fraternidad es el banco de prueba de la autenticidad de la transformación que se va realizando Nos consideramos hermanos en camino hacia el único Padre, compartimos los dones del Espíritu y nos sostenemos mutuamente en las dificultades del camino.
Del servicio en medio del pueblo, gratuito y desinteresado, que sólo la persona contemplativa puede ofrecer, recibimos ayudas inesperadas para el camino espiritual que hacen crecer en la disponibilidad a dejarse trabajar por la fuerza del Espíritu y enviarnos de nuevo, constantemente renovados, al servicio de los hombres” (RIVC 28).