Héroes. Unos, desde sus casas. Quedándose en ellas. Padre e hijos. Nietos y abuelos. Otros, desde los supermercados o los camiones, las farmacias, los hospitales, las residencias de ancianos, entregados a sostener con jornadas maratonianas y sacrificadas nuestros pueblos y ciudades. El Papa Francisco -en su entrevista con Jordi Évole- calificaba el otro día a aquellos que asisten a los más vulnerables, a los enfermos y ancianos, como “los santos de al lado”. Personas sin capa ni antifaz, de carne y hueso, entregados en cuerpo y alma a entregar la vida para protegerlos.
Entre estos últimos -silenciosos y sin relumbrón- se encuentran los 63 trabajadores y los sanitarios de la Residencia carmelita Santa María del Monte Carmelo, en Madrid-Ayala, 35. Cada tarde, a las 20.00, las ventanas de la calle Ayala se abren y el vecindario les brinda un aplauso, como gratitud y reconocimiento a su trabajo ejemplar y responsable. En ventanas y balcones, desde patios interiores y azoteas, nuestros vecinos y feligreses se reúnen para reconocer la labor del personal sanitario y los trabajadores de la casa. Un aplauso que va destinado a unos héroes a los que queremos darles las gracias con nuestras manos porque estamos en las suyas.
Amor con amor se paga. Los propios trabajadores y profesionales sanitarios de la Residencia han mostrado su gratitud devolviendo los aplausos con dos pancartas que han amanecido esta mañana colgadas en las fachadas del edificio: “Os escuchamos. Gracias de corazón”. “Escuchamos vuestros aplausos”.