El día 2 y 3 de marzo el Prior Provincial, P. Desiderio García, O.Carm., visitó la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Ciales, Puerto Rico. El miércoles de ceniza los cialeños frecuentaron la parroquia y las capillas adscritas a la misma. El Prior Provincial tuvo la oportunidad de celebrar la eucaristía de las 12 PM, el día 2 de marzo, y de compartir con la comunidad parroquial, grupo JUCAR, jóvenes monaguillos, y dialogar con la comunidad carmelita.
El párroco de la Parroquia Ntra. Sra. del Rosario es el P. Jorge Betancourt, O.Carm. El vicario parroquial es el P. Félix Rivera, O.Carm. Un nutrido grupo de jóvenes, identificados con el carisma carmelita, frecuentan la parroquia.
Mons. Daniel Fernández, Obispo de Arecibo, diócesis puertorriqueña, a la que pertenecen las comunidades carmelitas de Morovis y Ciales, envió a las parroquias un mensaje para empezar la Cuaresma de 2022, titulado, “Pandemia de conversión”, del cual reproducimos algunos párrafos a continuación:
“Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1, 15). ¿Qué tal si para esta Cuaresma 2022 nos proponemos “contagiar” a otros, pero de un sincero arrepentimiento de nuestros pecados? Todos somos portadores del “virus” del pecado, pero tenemos la certeza absoluta de una “vacuna” segura y eficaz que es el amor de Dios, que, cuando es “inoculado” en nuestra alma, produce una reacción de gracia que fortalece nuestra “inmunidad” espiritual ante el pecado y nos da la salud del alma.
Provoquemos una “pandemia de conversión” en la que en vez de quedarnos encerrados en nuestro egoísmo, salgamos a anunciar con nuevo fervor a Aquel que “me amó y se entregó por mí”: Cristo que nos redimió con su Muerte y Resurrección. El Único Salvador del mundo.
Provoquemos una “pandemia de conversión” que nos lleve a nuestros templos, “hospitales” de misericordia”, y con sincera contrición vayamos a “lavar” nuestros pecados hasta hacer “colapsar” nuestros confesionarios, “habitaciones” de la reconciliación… Provoquemos una “pandemia de conversión” en la que nos quitemos las máscaras con las que tantas veces pretendemos ocultar la verdadera realidad de nuestras vidas.
Provoquemos una “pandemia de amor” en la que en vez de “distanciarnos” del pobre, del indigente, del que sufre, nos acerquemos a ellos como “buenos samaritanos”. Provoquemos una “pandemia de conversión” en la que “higienicemos” nuestra alma con los “sanitizadores” de la oración, la limosna y el ayuno. Provoquemos una “pandemia de conversión” en la que llevemos el “ID” de la Cruz de nuestro Señor colgada en nuestro cuello, en la que nos gloriamos…