Nuestros ojos suelen fragmentar la realidad estableciendo diferencias. La “Association Noémi”, fundada en Francia en 1991, y que ayuda a niños con discapacidades múltiples, realizó este vídeo titulado “Miremos la diferencia con los ojos de un niño”. Una de las conclusiones del experimento era que los niños de forma espontánea y natural, al contrario de los adultos, cuando miran, tienden a unificar la realidad, eliminando fronteras y suprimiendo diferencias.
Hugo de San Víctor (s. XII), en la Edad Media, ya lo constató: “El hombre nació con tres ojos: uno corporal, otro racional y un tercero, contemplativo. Al crecer, y abandonar el paraíso, el ojo corporal quedó debilitado, el racional perturbado y el de la contemplación, ciego”. La contemplación, según él, es un viaje de retorno al “jardín del edén” para recuperar la infancia espiritual perdida. Un itinerario a nuestro profundo centro, a lo largo del cual reeducamos la mirada de los tres ojos: el corporal para ver, el racional para entender y el contemplativo para amar. La mirada contemplativa acorta las distancias y rompe divisiones.
(Ver artículo completo publicado en Boletín Informativo de la Provincia carmelita de Aragón, Castilla y Valencia, nº 38, pinchando en el enlace) 04_Comunidad_intercultural_Boletin_nº_38_abril-junio 2021