Encordados a María. La Comisión de Laicado Carmelita de la Región Ibérica, estos días de novena dedicados a la Virgen del Carmen nos adentra en el misterio de María. Hoy, nos acercamos a María, mujer de oración.
“Y María, conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”. Estas palabras nos describen el modo de orar de María. Una oración que tiene como contenido los sucesos que la misma Virgen María está presenciando por ser la madre de Dios. Una oración que nos indica el lugar de encuentro entre María y Dios… su corazón.
Vemos a lo largo de los relatos evangélicos la continua actitud orante de María. Cuando recibe el anuncio del Ángel, su oración fue de abandono. Ella se abandona a la voluntad de Dios con su hágase. Ella se hace una con Dios. La sombra del Espíritu Santo la cubre y recibe al mismísimo Dios en su seno. Y Ella, concibió por el Espíritu Santo.
María visita a su prima Isabel. Y María, al ver como la criatura del vientre de Isabel se llena del Espíritu Santo, ora en acción de gracias. Una acción de gracias por la “grandeza del Señor”, por todos los bienes que ha recibido ella y que han recibido los demás. Una acción de gracias, también, por lo que ella y otros recibirán de Dios.
Y Jesús nace en Belén. Y María, lo tiene en sus brazos, lo besa y lo acaricia como cada madre hace con su hijo. Es la actitud de la oración de adoración.
Y la Virgen se angustia, porque Jesús se ha perdido. Es la actitud de la oración de búsqueda. Búsqueda de Su hijo que se ha perdido entre el bullicio de las fiestas de la Pascua. Búsqueda continua e incansable hasta encontrar a Jesús en la casa de su Padre.
Y María, en Caná, suplica a Jesús por los recién casados. Es la actitud de la oración suplicante. María intercede ante Jesús. Suplica, pero se somete a la voluntad de su hijo… “Haced lo que Él os diga”, nos dirá.
Y María junto a la cruz. La madre dolorosa está en silencio junto a su hijo Jesús en el momento más doloroso. Es la actitud de la oración de dolor y esperanza. Dolor por lo que sucede, y esperanza por lo que sucederá luego: la Resurrección.
Y María ora junto a los discípulos. Oración de unicidad, oración de culto, oración mediante la cual, Ella y los discípulos, reciben el Espíritu Santo en Pentecostés. Es la actitud de la oración litúrgica.
Toda la vida de María es una continua oración. Así debe ser nuestra vida, así debe ser nuestra oración. Hacer de nuestra vida oración y nuestra oración vida.