Darío Yáñez Rivas de la Fraternidad Tito Brandsma de Barcelona se suma a la iniciativa Encordados a María de la Comisión de Laicado carmelita de la Región Ibérica, para celebrar y honrar a la Ntra. Madre del Carmen en estas fiestas patronales.
Encordados a María: Hermosura del Carmelo.
Tiene la hermosura del Carmelo y del Sarón (Is 335,1). “La devoción a María es una de las flores más deliciosas del jardín del Carmelo. Diría que es como un girasol. Es una flor que se alza sobre todas las otras flores. Nacida sobre un gran tallo, lleno de hojas grandes, la flor se eleva más allá del verde follaje, y tiene la característica de “girarse” hacia el Sol. Es, además, una imagen del Sol mismo… María era una Flor así. También nosotros, como flores de su simiente, podemos crecer y florecer delante del Sol que se ha infundido en ella, y nos quiere transmitir también los rayos de su luz y de su calor […]”. (Bto. Tito Brandsma, Belleza del Carmelo, 55).
El P. Enrique M.ª Esteve -hombre sabio e insigne mariólogo y biblista de nuestra Orden- cuando estaba enfermo en su celda, en “El Carmen” de Onda, y le preguntó: “¿Qué es el cielo, cómo se lo imagina?” Se esperaba de él, con su triple doctorado en Filosofía, Teología y Sagrada Escritura, una explicación compleja. Sin embargo, sorprendió al interlocutor la exactitud, brevedad y sabiduría de su respuesta: El cielo es “Jesús y María” . Respuesta difícilmente superable. Otro sabio carmelita, gran teólogo del s. XX, el P. Xiberta, repetía con insistencia, “María es buena”, “María es buena”… Podría parecer una expresión simplona, pero, otra vez, la sabiduría de las pocas palabras, encerraban una gran verdad. “Quería decir que María es de tal manera la bondad encarnada que no podía menos de obrar el bien –al igual que Dios-, irradiando bondad allí donde mirase” , pues la senda de la belleza (via pulchritudinis), en el fondo, nos conduce siempre, a la senda de la bondad (via bonitatis). En María, como recordaba nuestro P. General, P. Fernando Millán Romeral, la estética y la ética se juntan, “el bonum (bondad) y el pulchrum (belleza) coinciden” . Conviene aquí recordar la célebre expresión de Dostoyevski: “La belleza salvará al mundo”. La belleza de María, a la invocamos como “Madre y hermosura del Carmelo”, no es sino reflejo de la hermosura de su Hijo, el “más bello de los hombres”.