- BEATO JUAN SORETH (1394-1471)
1.1. El Santo General Reformador
Nace Soreth en 1394 en Caen, Normandía (Francia), e ingresa en la Orden del Carmen en el convento de su ciudad natal; fue ordenado de sacerdote en 1417. En la Universidad de París obtuvo el doctorado en teología (1438) y durante años fue regente de estudios y desde 1440 estuvo al frente de la Provincia de Francia. En el Capítulo General de 1431 resultó electo como supremo mandatario de la Orden. Inmediatamente emprende una espectacular carrera visitando las provincias más necesitadas de orden y de reforma. En el Capítulo de Colonia de 1452 Soreth recibe oficialmente a las beatas de «Ten Elsen» en Guelders como religiosas carmelitas, acogidas a la Orden, aunque ya estaban con anterioridad bajo la dirección espiritual de los carmelitas, un hecho histórico en la fundación de las monjas carmelitas.
«El beato Juan Soreth fue uno de esos hombres del siglo XV en el que estuvo siempre vivo el sentimiento de cambio y renovación de la Iglesia y se preocupó de hacer cuanto pudo para conseguirlo. Fue también uno de los grandes priores generales de la Orden», escribe el P. Smet. Nuestro ilustre historiador le dedica en su obra Los Carmelitas un interesantísimo capítulo, enmarcándole en el borrascoso ambiente que le correspondió vivir, secuelas del Cisma de Occidente y de la Peste Negra, con los intentos de reformas secesionistas, su obra renovadora y su intervención directa y providencial en la fundación de las monjas carmelitas.
«Durante los veinte años [de su generalato, 1450-1471] este religioso normando logró revigorizar la Orden, la acrecentó, sembró en ella la buena semilla de la reforma y le dio tal impulso que le capacitó para acoger los fermentos de renovación espiritual típicos del paso del medioevo a la edad moderna». Soreth emprendió un serio movimiento de reforma provincia por provincia y, a través de ellas, a toda la Orden. En esta obra es interesante observar el gran realismo de Soreth quien no trató en absoluto de retornar a la mítica imagen del Carmelo, sino que se apoyó en la legislación de la Orden tal como se había venido consolidando a través del tiempo, haciendo una relectura de la misma, jurídica y teológicamente según las interpretaciones de la época.
Murió en Angers el 25 de julio de 1471; el beato Bautista Mantuano le dedicaría un bello poema elegíaco. No fue beatificado hasta 1866, por Pío IX. Se le representa iconográficamente con un copón en la mano, recordando el hecho heroico de recoger las sagradas formas esparcidas por el suelo durante la devastación de Lieja por Carlos el Temerario, duque de Borgoña, a la vez que manifiesta el gran amor que profesó a Jesús en la Eucaristía.
1.2. La obra y enseñanzas de Juan Soreth
«El ideal de reforma concebido por el general carmelita no le hacía comportarse como un obtuso intransigente, incapaz de valorar los problemas, condiciones y situaciones nuevas: es muy significativo el hecho de mantener y difundir la “mitigación” de la Regla obtenida en 1435 por su predecesor Faci. Se trataba de una adaptación a las diversas condiciones de vida de los frailes, de la Iglesia y de la misma sociedad bastante distintas de aquellas del siglo XIII, y aún más, de aquellas en las que había nacido la Orden y escrito la Regla… La obra de Soreth respecto a las monjas y a los laicos que deseaban seguir la espiritualidad carmelitana, si bien a primera vista aparece como una simple aplicación, y con retraso, de las estructuras típicas de las otras órdenes mendicantes, sin embargo se puede y se debe hacer una relectura justo desde la perspectiva de la acogida de nuevas modalidades de la vida y de la espiritualidad carmelitana, cargadas de una potencialidad que el tiempo se encargará de hacer germinar y florecer».
«El beato Juan Soreth no redujo su actividad a promover su observancia. Trató también de fomentar entre los conventuales la fidelidad a la forma de vida que estaban obligados a guardar. Era implacable en eliminar los abusos. Exigía a los que poseían beneficios a renunciar a ellos y volver al convento o dejar el hábito». Hubo fraile que se le resistió y le hizo frente; las medidas eran duras, ciertamente, pero necesarias. Era cuestión de vida o muerte en la vida religiosa. Soreth obtuvo en 1459 poderes especiales de Pío II a fin de implantar la reforma, incluso so pena de cárcel y expulsión sin más contemplaciones. «Para mejor explicar su pensamiento compuso la Expositio parænetica in Regulam Carmelitarum, en la que se dan consejos paternales y exhortaciones cordiales, no para que se observe lo indispensable, sino para llegar a la perfección de la vida regular, al espíritu, todo ello empapado de su propia experiencia de vida, como religioso, como provincial y como general».
La obra principal de Soreth fue la elaboración de las nuevas Constituciones que desde 1369 no habían sido revisadas. Las nuevas Constituciones fueron promulgadas en el Capítulo General de Bruselas de 1462, aprobadas en el de Aurillac de 1469 e impresas por vez primera en Venecia en 1499. Rasgos relevantes y nuevos en las Constituciones de Soreth fue la importancia de la formación, la necesidad de emplearse todos, clérigos y no clérigos, a trabajos útiles, y la obligatoriedad de las visitas periódicas de revisión. “ La ruina de la toda la Orden viene por el abandono de la vida regular”, se dice en el cap. 25.
El beato Tito Brandsma hizo un fino análisis de la teología espiritual de Soreth que extrae principalmente de su Expositio Parænetica, remontándose incluso a sus posibles fuentes; con sensibilidad de místico, el trabajo del beato Tito no tiene precio.