Nuestra familia tiene un código genético que nos da identidad, un programa base que nos permitirá desarrollar la vida carmelita. Los documentos de la Orden llaman a este “gen” de vida, “contemplación“.
La contemplación es entendida como un proceso de transformación y está constituida por tres elementos: oración, fraternidad y servicio en medio del pueblo.
Si por alguna razón manipulamos este “gen de la vida”, prescindiendo de alguno de sus elementos, nos veremos enfrentados con el riesgo de sufrir en el futuro “mal-formaciones” que ponen en riesgo nuestra misma identidad.